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Martín Villa pide a Zapatero que acabe con las dos Españas y el terrorismo En el centenario, un presidente leonés de derechas

Juan Rodríguez, Sonsoles Espinosa y Juan Rodríguez Lozano, escucharon atentamente los discursos

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A. G. Puente / F. Ramos - león
León

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«Agradezco de por vida el tiempo de entrenamiento que me prestaron mis adversarios políticos» JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO, presidente del Gobierno z la revista «Espadaña» en tiempos de oscuridad y silencio. Aprendí en León que cualquier rincón del planeta lo contiene íntegro. Y que la mentalidad cosmopolita y abierta no tiene que ver ni con renuncias ni con el tamaño de la ciudad, sino con el de nuestra generosidad y el de nuestras ilusiones. Aprendí en León que cualquier rincón del planeta lo contiene íntegro. Y que la mentalidad cosmopolita y abierta no tiene que ver ni con renuncias ni con el tamaño de la ciudad, sino con el de nuestra generosidad y el de nuestras ilusiones. Aprendí la lección entre las huellas celtas, romanas, árabes, judías o cristianas, que, como elocuentes maestras, me han ido mostrando infinitas fuentes de dignidad; pero también la crueldad inimaginable del egoísmo. Aprendí la lección en los rostros anónimos de los legendarios arrieros, de los trabajadores de las minas, de los emigrantes maragatos, cepedanos, del Bierzo, de Laciana, de la Valduerna; de las mujeres leonesas que se quedaban solas por necesidad pero defendían la llama de la esperanza. Aprendí la lección de todos los habitantes de nuestras comarcas que hicieron patria allí donde el destino, tantas veces aciago, las condujo; una patria firme hecha de un sacrificio encomiable, de esfuerzo y de honestidad. Patria de eternos viajeros contadores de historias, magos en el arte de la conversación. Aprendí en León a pensar España. España entera, tan fértil pro diversa en esta hora de la democracia. Aprendí de Antonio Gamoneda, nuestro poeta mayor, que una patria es un país con justicia. Aprendí a ensimismarme con la serenidad de nuestros ríos, la lealtad de nuestros valles, el orgullo de nuestras montañas y la austeridad de nuestros páramos. Aprendí la lección alimentándome de la obra imprescindible de nuestros pensadores, escritores, poetas, políticos, pintores, músicos, actores, comunicadores, de nuestros científicos y de nuestros investigadores, capaces de alcanzar lo imposible. Con ellos y por ellos acepto hoy ser Leonés del Año, asumiendo el riesgo que conlleva situarme a su lado como presidente del Gobierno. Me habrán oído muchas veces una firme convicción: entiendo la Política como todo aquello que atañe al ser humano en sociedad; como el conjunto de reglas pactadas que hacen más grata y fructífera la convivencia, y que, por lo tanto, la Política es un arte notable que nace del entendimiento y que busca erradicar la injusticia y repartir con equidad. Pues bien, yo quisiera ofrecer, como agradecimiento a quienes han pensado en mí como Leonés del Año, la recuperación de la palabra «Política», hacerla de todos y para todos. Que, como los antiguos atenienses, sintamos que pertenecer a la polis, a la ciudad, es algo que debemos merecer, que tenemos que conseguir con la ayuda de quienes nos acompañan en la tarea de vivir. Y que los políticos estamos para que nadie olvide que no está solo en tal tarea. En estos días León celebra su anual Feria del Libro. Esta convocatoria ha anunciado, como novedad, que el próximo año acogerá su I Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Es una de las iniciativas que hemos puesto en marcha y que queremos compartir con todos, junto a la mejora de nuestras condiciones para el desarrollo, el lanzamiento hacia la tecnología, atracción para empresas y empleos. Todo ello para poner en pie todo el inmenso potencial de futuro de esta tierra, que debe oírse en la historia contemporánea con voz fuerte, con el empuje de la creatividad y de la solidaridad, como representa el libro y la lectura. Pero hoy quiero decir a todos los leoneses, que el futuro está de nuestro lado y que minuto a minuto vamos a poner fin al letargo y al olvido. Esta es una tierra de poemas profundos y de bellos cuentos donde la realidad se confunde con la magia. Por ello, estoy convencido de que aquel hidalgo manchego y universal que se vale eternamente de la imaginación para transitar los caminos hacia la Utopía, y cuyo cumpleaños celebramos en este 2005 estará prestándole atención a lo más próximo, para que tal actitud no pierda de vista el horizonte que nos dirige hacia una universalidad respetuosa. Porque sólo aprendiendo a ponernos en el lugar del otro estaremos capacitados para albergar un mundo de Paz. Esa es la mejor lección que he aprendido aquí, ciudadanos de este lugar del cosmos que compartimos. Como leonés presidente del Gobierno de España me comprometo a no olvidar nunca la responsabilidad que supone aceptar este Premio que me habéis concedido. León es mi casa, a vosotros leoneses os debo cuidarla, mejorarla, hacerla crecer. Pero nada me importa más hoy que sepáis que mi identidad sois vosotros, que mis amigos están aquí, que mis recuerdos me llevan y me traen a León. En este tiempo me habéis hecho feliz, me habéis hecho Leonés del Año. Y mi compromiso es que este tiempo sea el tiempo de los leoneses. Gracias, gracias para siempre. El presidente de Sogecable, Rodolfo Martín Villa, premiado como Leonés del Año en 1976, fue el encargado de dar la bienvenida al colectivo que integran los premiados hasta la fecha, 33 hombres y una sola mujer -Concha Casado Lobato- (ocho de ellos fallecidos y para los que tuvo varios recuerdos) y que definió como «una comunidad de amistad y afectos entrañables». Martín Villa aseguró a Zapatero que todos los distinguidos como Leoneses del Año le desean «como gente de buena crianza, éxito total en temas de terrorismo y unidad» porque, según apuntó, «si se resolvieran en el 2005, mejor que nada». El que fuera ministro de la Gobernación mostró su deseo de que dentro de 31 años, «cuando se cumpla el centenario de la incivil guerra, las crónicas de aquel tiempo puedan contar «que no hay terrorismo, que hay diálogo entre las lenguas y que en miles de escuelas millones de españoles estudian la misma historia», remarcó. Martín Villa insistió mucho en su discurso en la idea de las dos Españas que se estaban creando y en el terrorismo. Se refirió, aún sin mencionarlos abiertamente, a los nacionalismos. «Pido al presidente del Gobierno que haga uso de todos sus esfuerzos para acabar con las dos Españas aquellas de la guerra civil y con el terrorismo y seguro que todos estaremos de acuerdo con él», declaró Martín Villa. Aún a riesgo de que pudiera ser expedientado por rebelar las deliberaciones en las que se decidió otorgarle el premio a José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente de Sogecable aseguró que, a diferencia de otras ocaciones, las deliberaciones en esta ocasión «todos acatamos la propuesta de nuestro presidente del jurado, Fernando Suárez, acatamos lo obvio: el leonés del año tenía que ser el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero», manifestó Martín Villa, para acto seguido asegurar: «El hijo de Juan Lozano, Juanito, ha hecho que éste pase a ser el padre de Zapatero». «Pido al presidente del Gobierno que use todos sus esfuerzos para acabar con las dos Españas de la guerra» RODOLFO MARTÍN VILLA Presidente de Sogecable Rodolfo Martín Villa, además de la guerra civil, de las dos Españas, del terrorismo y de lo poco que le gusta cuando escucha hablar de las comunidades no históricas, Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha y Castilla y León -según el orden en que él mismo las mencionó-, también tuvo tiempo de hablar del futuro y ahí quiso expresar un deseo, que no fue bien recibido por todos los presentes en el auditorio del San Marcos. En treinta y un años «Espero que dentro de treinta y un años, cuando celebremos el centenario de estos premios y Zapatero sea ya un incipiente septuagenario, otorguemos el premio de nuevo a otro leonés presidente del Gobierno, pero esta vez de derechas», explicó Martín Villa, para continuar su disertación: «Espero que ese presidente, que hoy será un joven de 15 años que estudia en los Maristas, los Agustinos, los Jesuitas o el Colegio Leonés, pudira recoger un país donde ya no haya terrorismo, se circule libremente por la calle, un país con un diálogo claro entre las lenguas; un país, en definitiva, en el que los millones de escolares españoles estudien la historia de un pueblo unido».

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