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Publicado por
León

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El espíritu del Páramo , primera novela de la trilogía Celama de Luis Mateo Díez, ilustra cómicamente el uso de sedantes ante la muerte cuando habla en las primeras páginas de los últimos momentos de vida del viejo Rivas: «Así me gusta -dijo el viejo complacido- que me pongas guapo. Tu madre, después de tantos años, no tiene por qué verme llegar hecho un carnaval. Y vosotras callaros, que me aturdís con esa puñetera murga. En vez de tanto lloro traerme una copa de orujo, que me parece que voy a necesitarla». No tiene nada que ver con la sedación terminal, pero sí con la expresión de una voluntad y el uso ancestral de anestésicos frente al dolor y el trago más duro de la vida. La muerte.