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La última fábrica se cerró hace quince años y las juntas vecinales prefieren vivir de la caza, las setas y el turismo rural

Los pueblos del Teleno no recuperarán 15.000 hectáreas de pinos resineros

El cierre de las destiladoras ha supuesto la pérdida de más de 120 puestos de trabajo

Ruinas centenarias de la primera fábrica resinera en Nogarejas de la Valdería

Publicado por
Antonio Núñez - león
León

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Los pueblos dan ya por definitivamente perdidas las últimas explotaciones resineras de la provincia de León, ubicadas en los pinares de la falda sur del monte Teleno y que hasta hace sólo dos décadas daban trabajo a centenares de familias en réginen de destajo como complemento a actividades agrarias. La producción de aguarrás y colofonias, utilizadas éstas últimas en todo tipo de productos cosméticos, sumaban el 3,5% del total nacional, con 220 y 770 toneladas anuales, respectivamente, una vez refinada la resina. Los precios más baratos de los vecinos pueblos portugueses y, sobretodo, la elaboración de los mismos productos u otros parecidos a partir del petróleo han terminado por dejar improductivas casi 15.000 hectáreas de pinos resineros, que permanecen baldíos desde 1.990. Las estadísticas de explotación resinera daban en los últimos informes a primeros de los ochenta, una producción de que se medía en una veintena de millones de las desaparecidas pesetas para las juntas vecinales de de Nogarejas y Castrocontrigo, sin contar el resto de las del entorno, y unos ingresos por familia y año -de marzo a noviembre- de casi medio millón. Las labores se adjudicaban por cinco años a destajo, aunque incluyendo un mínimo de pagos a la seguridad Social en el Régimen General, algo impensable para la época en las zonas agrarias, a razón de 5.000 árboles por familia, de los que se extraía una media de tres kilos de resina. Familiares y en pequeño Según Gregorio Fuentes, geremte de la última fábrica, la economía de los pueblos del Teleno se resolvía décadas atrás con instalaciones resineras artesanales que complementaban sobradamente las agrarias y ganaderas, de forma que bastaba con una caldera y un alambique para la destilación de la resina, un administrativo y tres operarios: el resto lo hacían las familias, trabajando en el sangrado de los pinos todos sus miembros, aunque sólo figurara como empleado temporero el padre. La tradición resinera de los montes del Teleno se remonta a muchos siglos atrás, primero vendiendo el producto en bruto a lejanas fábricas castellanas y en torno al año 1900 elaborándolo en el propio lugar. Los aristócratas que inicialmente eran propietarios del suelo crearon la primera fábrica, pero sus descendientes la dejaron caer con ánimo de simples rentistas hasta que la compró la junta vecinal de Castrocontrigo, ya obsoleta, y cerró al poco tiempo. Duró más, en cambio, la resinera de la mancomunicad del resto de los pueblos del entorno, encabezados por Nogarejas, que se mantuvieron hasta 1990 y funcionaron como una cooperativa social modélica y casi calcada de lo que un día debieron de ser las de los antiguos países del este de Europa, salvando todas las distancias. «A veces me comentan los hijos», dice Gregorio Fuentes, «que esto era lo más social que había para la época, de forma que la gente trabajaba, cobraba los salarios, cotizaba a la Seguridad Social y lo que sobraba iba para el pueblo o se repartía». El problema es que hoy la gente vive ya de las pensiones de jubilación. «La explotación de estos montes venía de una aristocracia de muchos siglos atrás» GREGORIO FUENTES , último gerente de la resinera