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CÉSAR ROA MARCO | INGENIERO AGRÓNOMO DE LA DIPUTACIÓN

«La última oportunidad se perdió a mediados de los años ochenta»

«Hoy habría que hacer nuevos estudios de viabilidad, que son baratos, aunque sólo sea porque nada hay descartable»

César Roa, autor del último informe sobre las resinas

Publicado por
León

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César Roa, ingeniero agrónomo de la Diputación y ex delegegado provincial del entonces ministerio de Agricultura, fue el encargado de realizar el último informe oficial sobre el futuro del sector resinero cuando a mediados de los ochenta sonaron todas las alarmas sobre una desaparición que luego se confirmó. Sigue instalado en el pesimismo. -¿La resinera es ya una actividad irrecuperable? -Yo ya no estoy muy metido en este sector en concreto. A mi modo de ver es una cuestión económica que hay que estudiar y entonces se podran tomar decisiones. Hacer los estudios es barato, lo que luego se podrá decir es si recuperar la actividad resinera es descartable o no, ya sea ahora o dentro de un tiempo. -¿Qué valor económico le quedan a esos montes? -Probablemente sea poco, pero tienen indiscutiblemente un valor ecológico muy importante. Hay existe una flora y una fauna que se puede explotar, por ejemplo, para el turismo y generar empleo, siempre que el desarrollo de la zona se haga de forma sostenible y racional. -¿Una empresa moderna podría rentabilizar otra vez la resina? ¿En qué condiciones? -Personalmente no tengo una visión positiva del capitalismo para explotar los recursos naturales, que a menudo se confunde simplemente con la rapiña. Vaya por delante esa indicación. Quiero decir que no se puede dejar que venga una empresa, cobre una subvención, lo arrase todo y se marche. Explotar esos montes exige que las administraciones se involucren de alguna manera para controlar y vigilar el proceso productivo, a ser posible con capital y capacidad de decisión pública. A partir de ahí se podría estudiar qué es lo que se puede hacer. Sería muy arriesgado que viniera una empresa de fuera a resolvernos el problema del desarrollo de Nogarejas, Castrocontrigo y toda esa zona, porque harían seguramente una explotación salvaje, ya sea de madera o de lo que sea. -¿El fin de las resineras aceleró la despoblación de la zona o ya estaba cantado? -Sin duda, aunque la zona estuviera más o menos condenada a reconvertir su economía. No creo que ahora quede ni la mitad del censo de población de entonces y lo que haya todavía tendrá un índice de envejecimiento extremo. Es posible que ni siquiera quedaran resineros para mano de obra actual. En los años ochenta si había, en cambio un cierto segmento de población que pudo dar lugar a un relevo generacional, pero aquello quedó frustrado.