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«Tuvimos otra oportunidad en 1995 pero yo creo que la gente no la supo aprovechar»

Gregorio Fuentes, ex gerente de la fábrica resinera

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León

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Gregorio Fuentes a sus 74 años conserva en la memoria y en los archivos de casa la historia de las dos fábricas resineras que abrieron y cerraron en Nogarejas entre finales de los dos últimos siglos. De la primera fábrica rememora ancestrales derechos de familias aristocráticas, cuyos dominios rayaban entre León, la Sanabria y Portugal, pero siempre con sus pueblo por medio, o sea, Nogarejas, Catrocontrigo y, al fondo, la sierra del Teleno, donde los pinares sustituyeron a las encinas y los robles ya en el siglo XV y, por lo tanto, hasta los ecologístas más puritanos los consideran ya como un especie arborea autóctona. «Desde entonces crecen sólos y no hace falta ayuda porque éste es un suelo que por sí mismo les basta y crecen sin repoblar». Después de cerrarse la fábrica de la mancomunidad resinera a primeros de los noventa Gregorio Fuentes, que la había administrado hasta entonces, recibió una única oferta para reflotarla de parte de un grupo de empresarios segovianos. «Fue aproximadamente en 1995 y recuerdo que se convocó un concejo para decidir, pero el pueblo prefirió no vender la resinera, si acaso alquilarla». Como las inversiones tenían que ser elevadas y a largo plazo los segovianos marcharon y montaron en su propia tierra una fábrica donde ahora refinan a bajo precio resinas traídas desde los países más lejanos: «he oído decir que están en Cuenca, donde quedan pocos pinos, pero traen la materia prima de Brasil y China».