Los expertos exigen su conservación desde los 80

La aparición de la colección fotográfica de Loty, con dos instantáneas de la iglesia de Santiago, proporcionó el primer testimonio gráfico, fuera de los restos, de la portada de la iglesia y su fachada meridional. «A pesar de todo», apuntaba en 1998 Rafael Domínguez, «el conjunto todavía podría salvarse para la posteridad». La parte del ábside mejor conservada es la que se corresponde con el de la Epístola, compuesto por tres bandas de arquillos ciegos. Del central sólo se conserva la base lisa y el primer cuerpo de arquillos de herradura y del del Evangelio el muro hasta la mitad de las arquerías. El templo «respondía al carácter híbrido que mejor expresa la convivencia de culturas que caracterizó a la Edad Media, una era menos oscura de lo que podría parecer». En los años 80, Javier Rivero y Cristina Rodicio ya reclamaron la protección de estos restos y su apertura al público, especialmente a los peregrinos del Camino de Santiago, por ser un lugar emblemático en su trazado. Pero los restos, que habían salido a la vista con ocasión de unas obras, quedaron de nuevo ocultos entre las viviendas. En sucesivos trabajos se ha reclamado su valor. Ahora Patrimonio exige al Ayuntamiento que los incluya y los proteja en el catálogo anexo a las normas subsidiarias. Esta incorporación se ha solicitado después del derribo de la casa del número 12 de la calle Antonio Nicolás, donde se esperaban encontrar restos de la iglesia, pues es la parte que corresponde con su puerta principal. Sin embargo, tras la supervisión arqueológica del derribo sólo se hallaron restos de un «cosido» por lo que se considera que los restos fueron arrasados al construir la vivienda ahora derribada. No obstante, la empresa constructora está obligada por una resolución de la comisión territorial de Patrimonio a avisar con suficiente antelación de los movimientos de tierra precisos para la cimentación para que puedan ser supervisados por el arqueólogo del servicio territorial de Cultura.