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| Reportaje | El reto de la imagen corporativa |

Cómo se forja un logotipo

La elección del nombre de Caja España y de la imagen del toro fue un proceso largo y complicado, que unió la tradición de las entidades fundadoras con la ambición de futuro

Las cuatro últimas propuestas de imagen para Caja España

León

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Solidez, seguridad, liderazgo, tradición cultural e identificación internacional. Todo eso simboliza la escueta imagen de un toro que, después de dos años de estudios y diseños, se convirtió en la imagen de la nueva entidad financiera que nacía arraigada en su territorio histórico pero con la ambición de convertirse en un referente financiero a nivel nacional. La búsqueda de la imagen corporativa de la caja resultante de la fusión no fue fácil. Después de sondear un buen número de despachos de diseño, el encargo recayó en los neoyorkinos Siegel & Gale, con una amplia experiencia en este tipo de trabajos para entidades financieras internacionales. La idea inicial fue comunicar ideas como las ventajas que tendría la fusión, la nueva posición de liderazgo de la entidad resultante, la unidad de las cajas en un solo proyecto,... El primer reto fue definir el nombre. Se barajaron más de 80 denominaciones, hasta realizar una selección en la que quedaron como candidatos los siguientes: Amicaja, Invercaja, Invescaja, Procaja, Bancaja, Financaja, Caja Principal, Grancaja o Beneficaja. Curiosamente, Caja España fue rechazado en esta primera selección, ya que fue tachado por algunos como tópico y folklórico. Finalmente, y tras varios estudios de mercado y encuestas a los clientes, se decidió precisamente este nombre, aunque en previsión de dificultades legales por la utilización de la palabra «España» se registraron otros nombres, como Bancaja, que fue vendido en 1991 a la Caja de Ahorros de Valencia. En cuanto al logotipo de la nueva entidad, no fue sencillo encontrar una imagen que creara una identidad visual nacional sin olvidar el legado cultural y la tradición de las entidades históricas, pero apostando por el mundo financiero moderno. De entre las muchas opciones gráficas se optó por el toro, en fuerte competencia con las verjas de Botines y un monograma, aunque finalmente fue el primero el que concitó más apoyos. Según quienes participaron en el proceso, «los resultados eran ajustados pero las opiniones sobre el toro eran generalmente buenas. A su favor se decía que era simpático, amistoso, moderno, que inspira fuerza y seguridad; es un símbolo nacional, es original, llama la atención y tiene gran movimiento». Entre las opiniones en contra se hacía hincapié en el tipismo del símbolo, su folklorismo, que estaba fuera de la moda o que resultaba agresivo. Quienes participaron en aquel proceso destacan que «fue una decisión difícil y no exenta de riesgos; pero audaz y decidida porque se estaba ante un riesgo, pero también ante una oportunidad histórica».

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