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«Cada uno puede casarse con quien quiera y donde quiera»

Un intercambio de estudiantes en la etapa universitaria trajo a la ciudadana rusa Svetlana a León hace trece años. Hoy está casada con un leonés y tiene un hijo al que ha dado dos nacionalidades

Publicado por
M. Romero - león
León

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Llegó a León siendo Svetlana Samorguina y hoy es Svetlana Samorguina Samorguina. El matiz es el segundo apellido, añadido después de conseguir la nacionalidad española tras casarse con un leonés, hace ahora ocho años. La historia de Svetlana, originaria de una pequeña población del sur de Rusia cercana a Voronezh, se remonta a 1992, cuando viajó por primera vez a España. Entonces estudiaba Filología Hispánica y consiguió entrar en un intercambio de estudiantes con la Universidad de León. Cuando esto fue posible, Svetlana ya conocía al que luego se convertiría en su marido, puesto que Santiago, estudiante de la misma carrera, ya había viajado a Rusia en un intercambio similar. Esa amistad se transformó con el tiempo en una relación, hoy rubricada por su hijo de cuatro años y medio. Andriey es español porque nació en España y no ha tenido fácil conseguir la nacionalidad rusa. La inexistencia de un convenio entre Rusia y España no hace más que provocar problemas en la práctica. Por ejemplo, para viajar. El hecho de que el niño fuera considerado extranjero en el país eslavo imposibilitaba que fuese registrado en el pasaporte de su madre, ciudadana rusa. Precisamente la educación de los hijos es uno de los mayores retos a los que se enfrentan las parejas mixtas. De algún modo, se trata de no perder las raíces. «Al niño le decimos que en Rusia también tiene familia y de vez en cuando le hablo en ruso. Lo entiende, pero jamás he conseguido que me conteste en ruso, siempre lo hace en español», afirma. Sin rechazo Hoy, Andriey vuela hacia Rusia. Es la segunda vez que visitará a su lejana familia. Le pregunta a su madre por qué es rusa. Ella le contesta que porque nació en Rusia. Entonces él se pregunta: «Si yo soy español y soy ruso, ¿es porque nací en España y en Rusia?». Svetlana dice no haber sentido rechaza en ningún momento desde que llegó a España. «Los españoles reciben muy bien a los eslavos, aunque no se puede decir lo mismo de los africanos». Cuando se le pregunta por los anuncios de mujeres rusas y ucranianas ofreciéndose para matrimonio, Svetlana argumenta: «Para empezar, hay muchas más mujeres que hombres en Rusia. Esa puede ser una causa para que salgan al extranjero a buscar un marido. Después hay unas condiciones económicas que les obligan a salir del país, se asientan en otro, consiguen un trabajo y, por arraigo, se establecen con una nueva pareja». «No estoy en contra de los anuncios y reconozco que en ciertos momentos, por ejemplo cuando alguien no hace vida social, es una opción válida. Cada uno puede casarse con quien quiera y donde quiera, siempre que no se haga por interés económico». En todo caso, a Svetlana le parece «bastante difícil» y «poco romántico» utilizar la vía de las agencias. «Si tienen éxito o no sólo lo sabrán quienes se hayan casado, pero no lo veo fácil». Svetlana establece un paralelismo entre los matrimonios de hoy por arraigo y los que se contrajeron en Rusia por parte de los niños de la guerra , muchos de ellos casados con eslavas.