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El Comité Olímpico Internacional designa entre Madrid, París, Londres, Nueva York y Moscú quién sucederá a Pekín 2008

El mundo, pendiente de Singapur

La capital de España confía en poder beneficiarse de la batalla entre galos e ingleses para ganar Opin

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Ignacio Tylko - enviado especial | singapur
León

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Centro de convenciones del hotel Raffles, en el corazón de la glamourosa, enigmática, excitante y lejana Singapur, a 12.000 kilómetros de Madrid. Seis de julio. Una y media de la tarde en España, seis más en esta pequeña isla, del tamaño de Menorca pero con casi cuatro millones de habitantes, puerto franco y un nivel de vida soberbio. Es el día D , la hora H , el lugar elegido por el Comité Oolímpico Internacional (COI), el club privado más poderoso y selecto del mundo, para celebrar su 117 Asamblea y decidir, nada más y nada menos, qué ciudad organizará los Juegos de 2012, la trigésima Olimpiada: Madrid, París, Londres, Moscú o Nueva York. Del veredicto de un centenar de personas, de jeques, nobles, miembros de la realeza y ex deportistas de relumbrón que representan a 80 países, depende el beneficiario de unas cifras mareantes y un sinfín de intereses creados. Presupuestos de 2.000 millones, ganancias hasta 2016 de 6.000 millones, 300.000 puestos de trabajo, 1.500 millones de derechos de televisión, 1.300 por patrocinio de multinacionales, un millón de turistas, 11.000 atletas, 25.000 periodistas... Una locura que sólo al COI reporta 3.000 millones y registra audiencias de 3.500 millones de espectadores. En su segunda tentativa, ya que perdió los Juegos de 1972 ante Munich pero por delante de Montreal y Detroit, Madrid tampoco es favorita en ninguna apuesta. La historia dice que las quinielas no se cumplen. Atlanta derrotó a Atenas cuando nadie dudaba de que la capital griega, pese a sus carencias, iba a ser elegida para 1996 como homenaje al Centenario de los primeros Juegos de le era moderna. Y Sidney superó para 2000 a Pekín, que parecía tener los Juegos del segundo milenio garantizados como mascarón de proa de la inmensa China. Madrid confía en beneficiarse de la limpieza de un proyecto sobresaliente, del apoyo popular e institucional sin tacha, de ser la única capital europea importante que aún no ha sido olímpica y, por encima de todo, de la lucha encarnizada entre París, líder indiscutible en las apuestas y derrotada en sus últimas comparecencias por Barcelona y Pekín, y Londres. Como proclamara Napoleón en una célebre sentencia que recuerda Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, «cuando el enemigo se equivoca, lo mejor es no distraerle». Los rectores de Madrid 2012 sueñan despiertos en poder superar la temible tercera votación y en sorprender en la final beneficiándose del voto francófono o anglófono. Recuerdan los miembros de su candidatura que Sidney y Atlanta vencieron pese a que sólo fueron las más votadas tras la tercera ronda. Son las cuentas de la lechera . Basta recordar que a Barcelona, cuando ganó en Lausana, el 16 de octubre de 1986, contaba con 59 votos ya en la primera ronda y ahí le traicionaron 30 asambleístas. Hace catorce meses, Madrid superó el corte con la segunda mejor puntuación, a sólo dos décimas de París y por delante en ocho de los once aspectos valorados. Dejó en la cuneta a Estambul, Leipzig, La Habana y Río de Janeiro. Antes, en enero de 2003, apeó a Sevilla de la carrera olímpica.

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