Zapatero ya tiene plan

No había tocado a su fin el albor de la mañana cuando hizo acto de presencia el presidente del Gobierno marcando suela de zapato sobre la arena parduzca, a la vera del Pajares. Ataviado con un traje gris, camisa blanca y corbata color burdeos se dirigió, acompañado en todo momento por el presidente de Adif, a ver, in situ , el funcionamiento de la tuneladora. A su vera, el jefe del ejecutivo regional no perdía detalle de las explicaciones que le daban sobre el funcionamiento de esta máquina, aunque después reflejó en su discurso las discrepancias que existen con el Gobierno central, en lo que se refiere a la cartera de Fomento. Los periodistas se agolpaban en la carpa -sólo gráficos, había más de 50- en la que en pocos minutos Zapatero, custodiado por la ministra de Fomento y flanqueado por Juan Vicente Herrera y por la consejera de Asturias, pronunciaría su discurso. Todos querían tener la mejor instantánea. Después de visitar el estómago de la vertiente de Pajares, perforado pocos metros, se dirigió, desprendiendo satisfacción, hacia el atril donde pronunciaría unas palabras con las que demostró lo orgulloso que está de este proyecto, aunque los populares también están bastante contentos porque, según ellos, el proyecto viene de antaño, «concretamente del Plan Viaria». Y como dijo Herrera en su discurso «era el momento de recordar a un asturiano ilustre». A las 12.00 horas las autoridades estaban hablando y encaramadas encima del púlpito regalaban agradecimientos por doquier. Hubo de todos los tipos y todos los colores. Era la hora del cátering, aunque no para todos. Los medios de comunicación-muchos por cierto- se agolpaban en la sala de prensa para captar las declaraciones de las autoridades provinciales y autonómicas que no habían hablado hasta entonces. El presidente, que se mostró distendido, conversaba animosamente con los trabajadores de los túneles, que se acercaban hasta él para retratarse y así tener un recuerdo de «aquel momento histórico». Así lo calificó Zapatero. Después, cuando los periodistas disfrutaban de los aperitivos, el jefe del Ejecutivo central, respaldado por fuertes medidas de seguridad, desapareció por los cielos. A escasos metros de donde se realizan los trabajos de perforación un helicóptero le esperaba para llevarle a Madrid. Una polvareda difuminó la imagen, pero la ronquera de sus hélices no dejaba lugar a dudas, Zapatero abandonaba León.