Diario de León

Caos y miedo en Londres

El pánico llega hasta Nueva York, ciudad en la que se registrarán bolsos y mochilas en el metro, sobre todo en hora punta

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Javid, el dueño de un pequeño supermercado próximo al Centro Paquistaní de Londres, lamentaba tras el 7-J que la gente que coincidía en el metro con su hijo llegaba a cambiarse de vagón. El del vástago del tendero no es un caso aislado. Un viaje en el subterráneo londinense se transforma en un nervioso cruce de miradas en busca de caras sospechosas. Misión relativamente sencilla con el vagón vacío, pero completamente imposible en hora punta, cuando la vista no alcanza más allá de la nuca del pasajero de al lado. El convoy suele ir atestado -más con las sucesivas interrupciones de servicio provocadas por las falsas alarmas que derivan en largas colas en las estaciones- y dejar una mochila al descuido se antoja muy simple. Las principales víctimas del pánico que se ha apoderado de los usuarios del transporte público de la capital son los ciudadanos de rasgos árabes. Pero el hecho de que hubiese un jamaicano implicado en los atentados del 7-J y los nuevos ataques perpetrados ayer convierten a cualquiera en sospechoso. El Gobierno había alertado de que se producirían nuevas acciones terroristas y aunque la última parece obra de imitadores, la tensión es evidente. La megafonía en el subterráneo no ayuda a rebajarla y los recordatorios a los usuarios de que no pierdan de vista sus bolsas y que alerten sobre cualquier maleta sin dueño son continuos. Suelen escucharse acompañados de las peticiones para que los londinenses colaboren con la policía y aporten datos sobre los atentados, principalmente acerca del cuarto suicida y su recorrido hasta inmolarse en el autobús de la línea 30. En todas las estaciones hay carteles pidiendo pistas y precaución a partes iguales. La situación empieza a afectar incluso a los trabajadores del metro y ayer se suspendieron dos líneas ante la negativa de un grupo de conductores a continuar en su puesto. Si a ese dato se le suma que la policía ordenó cerrar al tráfico los puntos donde se produjeron los ataques, el resultado fue un nuevo colapso en el centro de Londres. Los habitantes de la capital comienzan a perder su famosa flema y pese a estar acostumbrados a las deficiencias en el subterráneo, reclaman que se mejoren las medidas de seguridad. La sensación de inseguridad y miedo se ha trasladado también lejos de las fronteras británicas, al escenario del 11 de septiembre. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, anunció que la policía iba a registrar, a partir de ayer, los bolsos y las mochilas de los usuarios del ferrocarril. Pánico y prisas en el metro Las pantallas gigantes de la red de metro de Londres se convirtieron ayer en un buscado punto de información al avisar ayer a miles de pasajeros de la colocación de nuevas bombas en distintos puntos de la capital británica. Según informó la Policía de Trasporte de Londres, sólo resultó herido en la estación en la estación de Warren Street el supuesto terrorista. Tensión en las calles londinenses Unos policías apuntan en plena calle con sus pistolas a un hombre sospechoso y desés detenido en la zona gubernamental de Whitehall, donde está la residencia de oficial de Downing Street, tras las explosiones registradas en varios puntos de la capital británica. Por ahora, la Policía ha detenido a dos personas en relación a los atentados que no han causado víctimas. Entre el recogimiento y el miedo Una familia camina compungida por las calles de Londres. Un ciudad que permaneció cercada por cordones de seguridad que se extendieron por las proximidades de la estación londinense de Shepherd's Bush tras las explosiones. Warren Street y Oval fueron las otras dos estaciones del suburbano londinense que se evacuaron y acordonaron después de llenarse de humo.

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