Diario de León

«No creemos que pueda ser verdad hasta que no tengamos delante a la persona que nos case en el Ayuntamiento»

Un matrimonio sin marido ni mujer

Dos hombres que viven en pareja desde hace años, los primeros en tramitar su boda en León

León

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«Os declaro unidos en matrimonio». Esta concisa fórmula ha resuelto para mayor tranquilidad de jueces, alcaldes y concejales la rúbrica final de las bodas entre personas del mismo sexo que, desde el 1 de julio, están permitidas en España. En León, Pablo y Jonás, dos hombres de 44 y 39 años, leonés y ponferradino, que viven en pareja desde hace casi dos décadas tardaron sólo diez días en solicitar en el Registro Civil la celebración de su matrimonio civil, aunque planifican la boda para el 26 de agosto. Han reservado el salón de plenos del Consistorio de San Marcelo, pero todavía no las tienen todas consigo. «No nos lo creemos hasta que no tengamos delante de nosotros a la persona que nos va a casar y nos declare unidos en matrimonio», señalan medio en broma, medio en serio. «No tenemos padrino y la funcionaria del Registro Civil que lleva los expedientes de matrimonio no regresa de vacaciones hasta primeros de agosto; esperemos que de tiempo», explica la pareja. No serán ni marido, ni mujer. Tendrán que acostumbrarse -los demás, especialmente- a ser cónyuges o consortes, que es la nueva acepción jurídica de las personas casadas. El tradicional binomio de marido y mujer permanece en varios artículos del Código Civil, pero tan sólo en los que se refieren a supuestos -la atribución de la paternidad de los hijos nacidos dentro del matrimonio- que sólo pueden producirse en el caso de matrimonios heterosexuales. «Somos dos personas totalmente distintas, pero no nos repartimos los papeles de hombre y mujer. Creemos que todos llevamos algo femenino dentro y todas las mujeres llevan algo masculino», matizan. Jonás y Pablo, cocinero y funcionario, no necesitan nuevos nombres para fortalecer su relación; ni siquiera creen que después de tantos años de relación «un juez nos negara el derecho del uno sobre el otro». Pero el matrimonio -alegan- es, hoy por hoy, la fórmula legal más segura de cara al futuro. La pareja leonesa, además, quiere dar a su boda un «carácter reivindicativo» y que sirva de «agradecimiento» a la lucha que han librado los colectivos de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales para conseguir el fin de la prohibición. «Son estos grupos, en León Cogale particularmente, los que han forzado que esta ley de la que nosotros nos beneficiaremos saliera adelante», indican. Gracias a esta nueva ley «se nos verá como personas normales, que es lo que somos», añaden. Preparan una «boda, boda», con una fiesta de familiares y amigos en el jardín del restaurante La Casona, de Puente Villarente, que regentan desde hace dos años. Habrá flores, música -a Pablo le va la clásica y Jonás prefiere el bolero, la copla y la Piquer- y ropa informal; no faltarán los anillos y Jonás pondrá su toque especial en la tarta nupcial después del catering.También habrá luna de miel, un viaje por varios países nórdicos (Noruega, Suecia, Dinamarca y Finlandia) para no olvidar el acontecimiento. Si el apoyo familiar que Pablo y Jonás han tenido a lo largo de los veinte años que llevan juntos ha sido determinante en «la estabilidad de nuestra relación», reconocen Pablo y Jonás, a la hora de hablar de boda las cosas han cambiado un poco. La madre de Jonás va a ser la madrina, de eso no tienen ninguna duda. «Quiere a Pablo mucho de toda la vida; como si fuera su hijo», explica el hombre. Pero en la familia de Pablo la reacción a su matrimonio no ha sido precisamente positiva. Enfrentarse a esta realidad ha sido doloroso, pero «me han dejado claro donde están y cómo me consideran» ciertas personas. La madre de Jonás y el padre de Pablo son como las dos caras de una sociedad en la que el matrimonio homosexual todavía es un tema controvertido. «Dentro de unos años ya no será noticia y habremos aportado nuevos valores y realidades a la sociedad, pero hoy todavía hay gente que prefiere que vivamos escondidos». Es lo que le ha pasado a Pablo, «mientras era una cosa entre nosotros dos no pasaba nada». Tampoco entienden la postura de la Iglesia católica haciendo campaña activa contra el matrimonio entre personas del mismo sexo. «Creo en Dios y en Jesucristo y estoy convencido -aclara Jonás- de que Él no prohibiría esto ni hablaría mal de ello». La jerarquía católica, a la que responsabilizan de la oposición antes que a los propios creyentes, «debería bajar un poquito a la tierra y ver los problemas que hay. Se oponen a todo lo que es avanzar en derechos e incluso en salud y tienen relegadas a las mujeres». Se plantea seriamente lo de apostatar aunque sabe que en la actualidad la Iglesia no contesta ni de baja a las numerosas personas que han optado porque sus nombres desaparezcan de los registros eclesiásticos. La pareja que, aún no tiene padrino, desearía que el leonés que decidió «tirar para adelante» con la ley que abre el matrimonio a las parejas gais, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, «aceptara ser nuestro padrino; nos haría mucha ilusión y vamos a hacer lo posible por hacérselo llegar a La Moncloa».

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