Diario de León

De lo privado a lo social y público

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La visita a la casa Sierra-Pambley comenzará por la planta superior, dedicada a la vida familiar. Desde el comedor, núcleo de reunión cotidiano, se pasa al cuarto de aseo -la higiene es una de las obsesiones de los institucionistas, es sinónimo de salud- y al dormitorio principal, con una cama de forja de los años 30 que es uno de los primeros modelos de lecho matrimonial, novedad del siglo XIX. El despacho muestra un escritorio de palma de caoba con su escribanía y un sillón giratorio. En la sala de música llaman la atención el piano -uno de los cinco Ferrer catalogados hasta ahora en España- y el constrate entre los papeles pintados y las telas. El dormitorio de don Pedro, el artista de la familia, un cuarto infantil con juguetes de la época (oca, bolos, badmington, juegos de habilidad, puzzles) y otro más suntuoso dedicado a los invitados completan la visita circular a esta zona junto con las salas dedicadas a exhibir las infraestructuras domésticas y los perfiles de todos los miembros de la familia con sus atributos. La planta primera es para la vida social y las visitas de cumplido. Tras pasar por una antesala, que don Paco convirtió en su despacho-celda, con la sola añadidura de un cuarto de baño que contó con el que fue posiblemente el primer váter de León, se pasa a las habitaciones de recibir. El gran salón rojo y verde es el máximo exponente del estilo historicista de la casa. La directora del proyecto museográfico, Sofía Rodríguez Bernis, señala que la casa «es muy moderna para su tiempo y pese a los adornos flota por encima la sobriedad que caracterizó al fundador», asegura la subdirectora del Museo Nacional de Artes Decorativas. La sala de las mujeres y la sala de fumar, situadas a un extremo y otro de la casa, muestran la división sexista de espacios en el XIX. Las tapicerías de sedas, algodones y linos, los terciopelos y las lanas de moquetas y cortinas destacan por su buen estado. El desuso, la falta de luz y el frío facilitaron que el legado llegue al siglo XXI casi intacto.

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