Diario de León

El legado de don Paco, único como retrato de la vida burguesa del XIX, se expondrá tras invertir cerca de dos millones

El museo Sierra-Pambley recrea en un aula la labor pedagógica de la fundación

La sala Cossío será gratuíta y contará con talleres en torno al XIX y la Institución Libre de Enseñanza

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Ana Gaitero - león
León

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La conjunción de aires de libertad y aristocráticos que definieron a Francisco Fernández-Blanco y Sierra Pambley (Villablino 1827-Madrid 1915) serán los hilos conductores del museo Sierra-Pambley, que tiene previsto abrir al público antes de finalizar el 2005. Para entonces se habrán invertido casi dos millones de euros. La Fundación del Patrimonio ha aportado 324.546 euros. La herencia de don Paco, un filántropo ligado a las corrientes reformistas del siglo XIX, proyectada en las escuelas más avanzadas que tuvo León hasta la Guerra Civil, será una realidad cuatro años después de que la fundación Sierra Pambley iniciara el proyecto de museo con las rentas de la venta de terrenos edificables en León (actual área 17). El museo incorpora como novedad la apertura de un aula pedagógica que, bajo el nombre de Bartolomé Cossío, presidente del patronato tras la muerte del fundador, será una síntesis de las raíces de la fundación, las escuelas leonesas basadas en el humanismo y el contacto con el entorno, la experimentación y la investigación y el aprovechamiento de las nuevas tecnologías de la época (cine, fotografía, etcétera). Las escuelas modernas europeas y en la Institución Libre de Enseñanza eran su referente. La sala Cossío será de acceso gratuíto, «como así fueron las escuelas de la fundación Sierra-Pambley», y el punto de partida para la vista de la casa museo, subraya la gerente, Magdalena Corral. La ingente cantidad de materiales pedagógicos y documentos rescatados de los edificios de la fundación y de sus archivos nutrirán esta nueva sala, desde la que se pretende dar a conocer cómo era la educación en aquellas escuelas pioneras, cómo eran los profesores, la represión que sufrieron con la Guerra Civil y la recuperación del legado en 1978 gracias a la intervención de Justino Azcárate, que fue senador por designación real durante la Transición. Para complementar la difusión se organizarán talleres -en lo que fue casa de la maestra-sobre los métodos de enseñanza y las experiencias innovadoras que se llevaron a cabo en las escuelas leonesas. Estos talleres se articularán como mínimo en tres secciones para atender a público infantil, juvenil y de personas mayores. Una vez visitada la sala Cossío, en la planta baja de la fundación, el público accederá a la casa museo -se cobrará una entrada aún no fijada- que es un reflejo de cómo era la vida de una familia burguesa en el siglo XIX, aunque en el contexto histórico de León se trataba de una familia muy especial. La casa, cuyas puertas han permanecido cerradas desde la Guerra Civil hasta ahora en la plaza de Regla, fue construida entre 1847 y 1849, amueblada y decorada con los enseres y tendencias más «europeas» de su tiempo -priman las influencias francesas e inglesas- pero nunca llegó a ser habitada. Su promotor, Segundo Sierra-Pambley, político de renombre y tío del fundador, vio frustrados los planes de estrenar la vivienda junto con Victorina, la sobrina criada bajo sus cuidados que rechazó casarse con el hacendado. Segundo cerró la casa para siempre y sólo fue usada ocasional y parcialmente por su sobrino y heredero, don Paco, que instaló su despacho en la planta primera para recibir a sus renteros antes de subir a pasar el verano a Villablino. La casa, decorada con coloridos papeles pintados, también sirvió de lugar de reunión del patronato de la fundación tras la muerte de Don Paco y, finalmente, en la Guerra Civil fue ocupada por oficiales franquistas cuyo lugar preferido fue el salón principal, empapelado con papel rojo aterciopelado y con muebles tapizados en terciopelo verde. La mesa de billar, en restauración, les sirvió de entretenemiento y diversión; las quemaduras de las colillas quedarán como un recuerdo indeleble deL triste acontecimiento que acabó con el sueño de Francisco Fernández-Blanco y Sierra-Pambley, un hombre que nunca usó coche porque pensaba que «con el sueldo de un chófer podría abrir otra nueva escuela». «En Madrid no hay nada que se parezca a esta casa; es una colección singularísima: se conservan muebles, tapizados, papeles pintados y todo el ajuar doméstico» SOFÍA RODRÍGUEZ, conservadora

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