El cambio en Galicia equilibra el poder autonómico entre PP-PSOE

La llegada del socialista Emilio Pérez Touriño a la Xunta de Galicia ha equilibrado el poder autonómico después de diez años de hegemonía del PP. Con un empate a siete, los populares no podrán ya esgrimir su fuerza autonómica como ariete contra el Ejecutivo central y pierden, además, una de sus figuras emblemáticas en la Conferencia de Presidentes, la de Manuel Fraga. En la reunión de septiembre de los mandatarios regionales, los mandatarios nacionalistas o regionalistas tendrán la llave para inclinar la balanza a favor de unos u otros. La pérdida de Galicia ha situado al PP en las cotas de poder regional que tenía al comienzo de los años noventa, cuando pugnaba por arrebatar al PSOE la hegemonía autonómica. Tras entregar a la coalición PSOE-BNG la única comunidad histórica de clara mayoría conservadora, los 'populares' han visto reducido su poderío a Valencia, Castilla y León y las comunidades uniprovinciales de Baleares, Murcia, Madrid, La Rioja y Navarra, aunque en esta última es UPN la que ocupa el espacio del PP. Una implantación muy diferente a la que alcanzaron los populares en 1995 bajo la dirección de José María Aznar, que avanzaba entonces también en su carrera hacia La Moncloa. Las elecciones autonómicas de aquel año supusieron un vuelco del mapa autonómico, que hasta entonces y desde su creación había estado controlado por el PSOE. De las trece comunidades que celebraron comicios en esa convocatoria, diez se inclinaron por el PP, que consiguió, además, mayoría absoluta en cinco de ellas (Baleares, Castilla y León, Murcia, Rioja y Madrid). Los socialistas sólo lograron la victoria en Castilla La Mancha y tuvieron que entregar al PP varios de sus feudos.