El gigante esquivo se exhibe

Un animal muy grande, el más grande de la fauna ibérica, ha pasado por aquí, Verdeña, una aldea casi despoblada de la montaña palentina, a pocos kilómetros de Cervera de Pisuerga. Pero el gigante esquivo, que mide hasta dos metros desde la cabeza hasta la cola y se puede poner en pie como los humanos, se mueve con gran sigilo. Su rastro de plantígrado queda grabado sobre el barro, si es otoño o primavera y ha llovido, o sobre la nieve cuando se retira en invierno a su cubil. Vive entre piornales, castañares y hayedos, brezales y robledales, encaramado en roquedos o paciendo a capricho en praderías y en busca del fruto de las arandaneras en el verano. Convive con venados, jabalíes, cárabos, becadas, trepadores azules, pitos negros... Alguno de ellos, especialmente el jabalí en épocas de superpoblación como la actual, le disputan la comida. Es el oso pardo. Su existencia da sentido al paisaje cantábrico pues es «el mejor bioindicador» de su salud ambiental. Se alimenta de hierba, de hormigas e insectos, miel robada a alguna colmena, arándanos o bellotas y muy escasamente de otros animales vertebrados, así que también se le conoce por sus excrementos, distintos como la variada comida que ingiere según la estación y, por cierto, nada malolientes. El oso pardo cantábrico tiene nueva casa en el parque natural de Fuentes Carrionas y Fuente de Cobre-Montaña Palentina. Se trata de un centro de interpretación propiedad de la Fundación Oso Pardo que permite conocer a fondo la vida, las costumbres y los problemas de conservación del oso pardo en el mundo y de modo especial en la cordillera cantábrica. Las grabaciones de los sonidos de los animales moviéndose entre la espesura se desvelan como pistas para descubrir e interpretar lo que pasa en el bosque, pero también las señales que dejan los animales cuando buscan alimento o cuando se construyen una guarida para refugiarse. La casa del oso recrea el frío invernal para introducir al visitante en una osera virtual. Es el santuario del oso, donde reposa su hibernación, bajando la temperatura de su cuerpo para aclimatarse y consumiendo las grasas acumuladas a lo largo del resto del año. Después del recorrido simulado por el bosque y las estaciones del año, un audiovisual invita a acercarse al oso a través con las tiernas del osezno jugando con la madre, algunas de ellas grabadas precisamente en el Alto Sil. Hay otros osos en el mundo, pero el cantábrico es único. De menor tamaño que los osos pardos de los Cárpatos y del gigante de Alaska, pero con una diferencia considerable de peso con los humanos, como puede comprobarse en la báscula de la exposición. Otra singularidad de la especie cantábrica: su heróica supervivencia en un ambiente muy humanizado y hostil. Con la dinastía de los Austrias el oso es sustituido por el ciervo como animal preferido por la realeza y se convierte en una especie perseguida hasta quedar reducido, a mediados del XIX, al tercio norte peninsular. En la muestra se ven los cepos ideados para darle caza y se plantea el reto de su conservación como una especie «bandera» de la cordillera cantábrica y del planeta. La compra, restauración y el equipamiento de la Casa del Oso Cantábrico han costado 623.314 euros, en gran parte aportados por la iniciativa comunitaria Leader Plus. Se ha beneficiado además de fondos Miner, ayudas de la Diputación de Palencia, el Ministerio de Agricultura, la Junta de Castilla y León y entidades locales, además de fondos propios de la Fundación Oso Pardo. Horario: De 10.00 a 14.00 y 16 a 20.00 horas. Visitas: 979 184 186 y 942 234 900