Rodríguez Zapatero vence al síndrome del Yakovlev

Esta vez sí, los familiares de los militares fallecidos en Afganistán se sienten apoyados por las autoridades civiles y militares en su dolor. Visitas como la del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ayer, y la asistencia de psicólogos hacen un poco más llevadero el amarguísimo trago. «No esperábamos otra cosa», dicen los allegados. Zapatero habló a las diez de la mañana, en Figueirido (Pontevedra), con las familias durante tres cuartos de hora, dedicando unos diez minutos a cada una. Él, la ministra de Agricultura, Elena Espinosa; el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz; y el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, les dieron el pésame. Aislados en un pabellón de la base, en la reunión estuvieron parientes de Isaac Calvo, Pablo Iglesias, Iván Vázquez, Diego González, Jesús Casal, Pedro Sanmartín, José Ángel Martín y Gonzalo Casalderrey, ocho de los doce militares del cuartel que fallecieron en Afganistán. En la sala, dispuesta en el comedor, con las cortinas bajadas, había medio centenar de afectados. Un amigo de la familia del caldense Pedro Sanmartín, calificó el encuentro de «emotivo. [Zapatero] fue cariñoso con su padre, su tío, su hermano. Preguntó en qué trabajaban, qué estudiaban, cómo estaba su madre. Se percibía que no estaba allí por estar». «Muy arropados» Beatriz, hermana del ourensano Diego González, decía tras el encuentro que «el presidente fue muy cercano. Nos sentimos muy arropados». El momento lo supervisaba un equipo de sanitarios del 061, que no tuvo que intervenir. Después, el presidente visitó durante un cuarto de hora a los soldados compañeros de los fallecidos. Pasadas las once, voló desde Vigo a Sevilla para repetir programa en la base de El Copero. Más allá de las visitas políticas, los familiares de las víctimas están contentos con el trato que se les ha dado. Amigos de la madre del pontevedrés Gonzalo Casalderrey aseguraban ayer que tanto ella como sus hijas han recibido la visita de psicólogos y de personal del Ejército. En casa del ourensano Diego González no tienen dudas acerca de la identificación del cadáver, y sus padres y su novia han recibido llamadas de apoyo y ayuda de especialistas. Un capitán se encargó de ayudarles en los trámites, como ocurrio con cada uno de los afectados. «Existe buena voluntad y ganas de diferenciarse de lo que pasó con el desastre del Yakovlev, aunque algunos protestan por la falta de información», apunta José Pablo Galván, desde la Aso-ciación Gallega de Defensa del Soldado.