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| Crónica | El velatorio |

«Ya le tenemos aquí, ya está»

Los cuerpos de los 17 soldados fueron velados en la intimidad por sus familiares

Zapatero expresa su pésame a los familiares de las víctimas

Publicado por
Paloma Abejón - redacción | madrid
León

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«No nos falta de nada, comida, teléfono, cualquier cosa que necesitamos nos la facilitan» RAMÓN MARTÍNEZ PARADA, hermano de una de las víctimas «Ya le tenemos aquí. Ya está con los suyos. Es muy duro estar esperando y saber que no puedes hacer nada, que está tan lejos». El que dice esto es Iván Espinola, hermano de la viuda del sargento asturiano José González Bernardino, pero es lo mismo que comentan todas las familias de los fallecidos en Herat. Todos los que están en Madrid se confiesan terriblemente agotados, pero contentos de tener ya con ellos a los suyos. Apenas han dormido. El Gobierno les facilitó alojamiento en el Grupo de Escuelas de la Defensa, un edificio anexo al hospital militar Gómez Ulla, pero la mayoría prefirió identificar los cadáveres por la noche, nada más llegar al hospital Gómez Ulla pro-cedentes de la base aérea de Getafe. Todos querían estar cuanto antes con sus muertos. «No ha habido problemas», explica Iván Espinola, uno de los pocos familiares que está con ánimos de hablar a los medios de comunicación. «Nos han explicado cómo han hecho todo y nos han enseñado los objetos personales. Creo que todos hemos aceptado las identificaciones», señala. Así ha sido. Ninguna de las familias ha solicitado la prueba de ADN. Todas han dado por buenas las identificaciones que hicieron en Herat los doce forenses desplazados. En el Gómez Ulla hay instaladas 17 capillas ardientes individuales. Cada familia vela a sus muertos en la más estricta intimidad, aunque por la mañana han recibido la visita del ministro de Defensa, José Bono. Eso sí, sin cámaras ni prensa. Los velatorios se abrieron a las diez de la mañana. Eran sobrios. En realidad se trataba de habitaciones de hospital pero sin cama acondicionadas para ejercer de capillas ardientes. Sobre el ataud de cada una de las habitaciones, todos ellos cubiertos con la bandera española, un crucifijo. Alrededor sillas para las familias, sin más. Pero los familiares no tienen ninguna queja del trato que han recibido de Defensa. «Estamos muy contentos por el trato que nos han dado», señala Espinola. Pendientes de las familias Les han asignado a cada familia un comandante y un capitán que atienden todas sus necesidades y no se separan de ellos. Además, Defensa sigue con el dispositivo de ayuda psicológica que puso en marcha desde el comienzo. Lo mismo dice Ramón Martínez Parada, el hermano del francotirador de élite de Ribeira fallecido. «No nos falta de nada, comida, teléfono, cualquier cosa que necesitemos nos la facilitan», afirma. Para él lo más duro ha pasado ya. «Temía el momento de la identificación, pero no estaban tan mal», dice sombrío. Ayer él y su familia recibieron la visita de los compañeros de su hermano José Ángel. «Vino el capitán del otro helicóptero y otro compañero que le conocía y no pararon de hablar bien de él. Ya supongo que es lo normal, pero nos animó mucho», explica. La entrada al hospital Gómez Ulla fue todo el día un ir y venir de coronas de flores para honrar a los militares fallecidos.

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