Diario de León

| Crónica | Los supervivientes cuentan sus experiencias |

«Se me resbaló de las manos y ahora no puedo encontrarla»

Una de las muchas historias que deja el huracán es la de Harvey, que perdió a su mujer después de que una ola gigante partiera el tejado en dos

El paso de «Katrina» ha arrasado familias enteras y destruído todo lo que estaba a su paso

El paso de «Katrina» ha arrasado familias enteras y destruído todo lo que estaba a su paso

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Entre los escombros de sus casas o con el agua hasta las rodillas, los supervivientes del huracán Katrina no han dudado en contar su penosa experiencia a todo aquel periodista que se acercaba a ellos o escribiéndolo en foros de Internet. Llorando ante la cámara de la cadena local WKRG y junto a sus dos hijos, Harvey Jackson, de 40 años, relató su tragedia en una de las muchas calles embarradas de Biloxi (Misisipi): «Mi mujer..., no puedo encontrar su cuerpo, desapareció». Su casa se partió en dos, después de haber sido golpeada por una ola gigantesca. «Subimos al tejado. La sostuve por la mano tan fuerte como pude. Me dijo ''no podrás sostenerme''». Tanya no se equivocó, y poco a poco fue resbalándose de las manos de su marido. «Sus últimas palabras fueron para decirme ''cuida a los niños y a los nietos''. Y ahora no puedo siquiera encontrar su cadáver», explicó entre sollozos y sacudiendo la cabeza a un lado y a otro. Suzanne Rodgers, también de Biloxi, regresó ayer a su casa, pero el apartamiento donde vivía en la playa en Ocean Springs ya no existía. Todo la zona está totalmente arrasada. «No queda nada. La única cosa que encontré es un zapato», dijo Rodgers a la cadena CNN. Barbara Zewe Weaver huyó con su familia a Greenville, en Misuri, cuando se dio la orden de evacuación. «Desde 2001 vivo en Kenner, el barrio más al oeste de Nueva Orleans. El lunes, por radio nos llegó la noticia de que nuestro barrio está bajo las aguas.» «Dios estababa aquí» Sanford Green y su esposa sobrevivieron doce horas en su casa de Nueva Orleans, sufriendo la furia del viento y viendo como el agua subía hasta el techo. «Dios estaba aquí con nosotros -dijo Green a la cadena CBS-, porque sino nos habríamos ahogado». Jarvis Perry, otro vecino de Nueva Orleans, metió su familia en una pequeña balsa, que empujó nadando hasta que llego a una zona alta que no estaba anegada. «Me impresionó la reacción de la gente. La camaradería entre la gente estaba y está omnipresente», escribe en un foro alemán Yves Damoi-seau, un estudiante del barrio de Baton Rouge. Un policía de Nueva Orleans le sorprendió el huracán fuera de su país, concretamente en Londres participando en un acto en homenaje a las víctimas de los atentados del 7-J. Ahora está allá sin posibilidad de regresar para estar cerca de su familia: «Me siento desamparado. No sé cuando regresare. Además por mi profesión ahora podía ser muy útil en las labores de rescate».

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