El dictamen abre un nuevo frente de disputa en los partidos catalanes
Los partidos catalanes encontraron ayer un nuevo frente de disputa en el debate sobre la necesidad de asumir o no los criterios del Consejo Consultivo de la Generalitat en la reforma del estatuto de autonomía. El debate abierto ayer tiene un incierto futuro. Nadie sabe a ciencia cierta si será posible construir un amplio acuerdo que permita aprobar un nuevo estatuto en las próximas semanas. Hasta los analistas más optimistas ven difícil que pueda ver la luz este mes de septiembre, como anunció el presidente Pasqual Maragall a finales del mes de julio, si no es posible concertar siquiera que hacer con las recomendaciones del Consejo Consultivo. Los no nacionalistas consideran que sería «un error suicida» no aceptar el dictamen del consejo, mientras que los nacionalistas mantienen que el informe de esta institución «no nos condiciona». En este contexto, Maragall hizo ayer un llamamiento a la unidad de los grupos parlamentarios y les recordó que el informe no tiene un valor «legal» pero sí «moral». Mucho más duro fue el primer secretario del PSC-CpC y ministro de Industria, José Montilla, que aseguró que «no es de patriotas deslegitimar el dictamen del Consejo Consultivo». El presidente del PP de Cataluña, Josep Piqué, no quiso oír las palabras de Maragall y Montilla y les advirtió de que si ignoran el dictamen serán «cómplices de una ruptura del pacto constitucional». En el polo opuesto se situó CiU, cuyo presidente, Artur Mas, advisó de que la federación nacionalista seguirá defendiendo su postura actual en lo que a modelo de financiación y derechos históricos se refiere y pese al dictamen del consejo porque este organismo «no es un tribunal que dicta sentencias».