Diario de León

«Volveré para presenciar la resurrección»

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El sacerdote español Eutiquiano Miguel es el compañero que abandonó la parroquia donde se ha quedado el leonés Teodoro Agudo. El padre Miguel dio el «último sacramento» a la ciudad cuando la abandonó, hizo ayer 24 horas, pero dice que volverá para presenciar su «resurrección». «Nueva Orleans está muerta, pero estaré aquí cuando resucite aunque algunos se han empeñado en que eso no suceda», dijo el padre Miguel desde la ciudad tejana de Houston, a donde llegó el domingo tras casi siete días de estar «atrapado». De esos siete días en la ciudad anegada por las aguas, el capuchino franciscano originario de Palencia pasó cuatro días en el hospital Charity , donde ejercía como capellán, participando en la evacuación de los enfermos, y tres en su parroquia, cuyo titular es el padre Teodoro Agudo. Sin miedo, pero cansado En ese peregrinar de un lugar a otro, Miguel, quien ha dado 40 años de su vida a la ciudad de Nueva Orleans como sacerdote, aseguró que nunca tuvo miedo, «aunque sí mucho cansancio y calor por no tener luz y por toda la peste que hay en la ciudad». Pese a que el presbítero aseguró que no temió por su vida, sus razones tenía para hacerlo tras relatar que presenció los tiros que efectuaron varios vecinos de la ciudad contra helicópteros que trasladaban a los enfermos del Charity en los primeros días de las operaciones de rescate. Sin embargo, quiso quitar hierro a las críticas que vertieron las autoridades contra los saqueadores y delincuentes que sembraron el pánico en la ciudad en los días posteriores al paso del ciclón. Información exagerada Los medios «exageraron mucho, ha habido algo, pero no es para tanto, pero de eso no hay nada ya, la ciudad está muerta, quedan pocos afectados pero está tomada por la guardia nacional y militares y helicópteros que hacen mucho ruido», dice. «Los tiroteos han sido por drogas más que por las razones que daban las autoridades», remarcó. En su experiencia personal, el padre Miguel se manifestó «dolido» con las autoridades por la demora de cuatro días para trasladarlo del hospital hasta la parroquia y posteriormente para sacarlo de la ciudad. «Pensé que no les dejarían pasar a buscarme», temió.

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