Talabani pide ayuda desesperada

El presidente de Irak, Yalal Talabani, dijo ayer en la ONU que su país necesita con urgencia asistencia financiera internacional y apoyo moral para superar las secuelas de la pasada dictadura y de la actual ola terrorista. «Irak no duda en decir con la mayor franqueza posible que necesitamos desesperadamente de su ayuda, de sus inversiones y de su apoyo moral para continuar los esfuerzos en la lucha antiterrorista», pidió Talabani a la comunidad internacional. Los múltiples ataques terroristas ocurridos en Irak durante los últimos dos días, en que Talabani se encontraba en EEUU para entrevistarse con su presidente George W. Bush y en Naciones Unidas para asistir a la Cumbre Mundial de la ONU, han costado la vida a unas 200 personas. El presidente iraquí pidió ayuda a la comunidad internacional para poner en marcha «las medidas legales y administrativas con las que afrontar peligrosos problemas como las drogas, los niños sin hogar, el desempleo, la pobreza o los secuestros infantiles» que sufre su país. «Todavía no está clara la forma que tendrá un Irak federal, democrático y plural. La democracia, el respeto mutuo y la justa distribución justa de poder requieren de tiempo», indicó. Los intereses Apeló a los líderes mundiales para que participen en la reconstrucción de su país «sobre la base de la asociación, de la responsabilidad mutua, del respeto y de la distribución racional de los intereses». Talabani recordó los desmanes y los abusos de la dictadura del ex presidente Sadam Husein, que será juzgado en las próximas semanas, pero subrayó que su país esta preparado para incorporarse a la comunidad internacional como un socio más. El presidente iraquí también reclamó la necesidad de dar una nueva dimensión internacional al desarrollo que «refleje las responsabilidades conjuntas para afrontar el terrorismo, la pobreza, los desequilibrios ambientales, el uso irracional de los recursos o las violaciones de los derechos humanos», entre otros. En su intervención, también agregó que la experiencia de Irak en sus últimos treinta años de historia reflejan que el «desarrollo es la otra cara de la libertad y la democracia. Es la otra cara de la sociedad y del estado».