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Las memorias de Trillo

«Yo no puedo juzgar si lo hicimos mal en Irak. Eso ya lo hizo el pueblo español»

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agencias | madrid
León

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Federico Trillo presentó ayer en Madrid su libro «Memoria de entreguerras. Mis años en el Ministerio de Defensa (2000-2004)». En el acto, aseguró que no puede juzgar si el Gobierno presidido por José María Aznar del que formó parte «hizo bien o mal» en Irak. No quiso tampoco pronunciarse sobre lo que considera una «utilización» de las familias de las víctimas del accidente del Yakovlev-42. Pero lo hizo insinuando una valoración, asegurando que tiene por norma no hablar de su sucesor al frente de Defensa, José Bono. Trillo explicó que el capítulo más difícil de escribir de este libro fue el que trata del accidente del Yak. «Ojalá hubiera estado en mi mano evitar las cosas, pero las cosas son como son y uno hace lo que puede», explicó el ex ministro. Trillo no quiso profundizar en lo que en su libro define como «actitud escéptica y fría» de Rodrigo Rato, en aquel entonces vicepresidente del Gobierno, hacia la participación española en este conflicto. Tampoco quiso decir si esta actitud fue lo que llevó a Aznar a elegir a Mariano Rajoy y no a Rato como sucesor y contestó que la decisión sobre el sucesor «no fue de un día y por una sola razón», recordando que el ex vicepresidente «siempre fue leal». La visión del 11-M El ex ministro de Defensa también hace referencia a los atentados del 11-M. En el libro explica su interpretación de como estos hechos «marcaron trágicamente» a las víctimas y «en medida no pequeña el destino del país». En la presentación, Trillo añadió que, si Aznar no convocó ni el Gabinete de Crisis ni tampoco a él mismo como ministro de Defensa ni a la entonces titular de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, fue porque estaba «firmemente convencido» de que se trataba de «un ataque interior» del que era responsable ETA. En el libro, según Trillo, no hay deliberaciones del Consejo de Ministros, secretos de Estado, «ni nada que sus protagonistas no hayan autorizado», y no es un trabajo «de defensa propia» ni tampoco escrito con rencor hacia nadie. «Nadie puede negarme mi derecho a dar mi versión. Aquí ha hablado todo el mundo y tengo el derecho y el deber de responder».

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