Diario de León

Vida de película y sin derecho a cine

La única sala accesible de la cartelera de León obliga a los minusválidos a ver las proyecciones en una incómoda primera fila

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Ana Gaitero - león
León

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Viven sobre ruedas y la ley les ampara, pero sólo en teoría, pues la vida cotidiana les pone mil y una zancadillas para desenvolverse de manera autónoma, sin que la ley y quienes tienen obligación de hacer cumplirla, muevan un dedo para impedirlo. Parece que ahora el Gobierno quiere acabar con la impunidad ante la discriminación. El anteproyecto de la Ley de Infracciones y Sanciones destinadas a garantizar la igualdad de oportunidades fue aprobado a mediados de septiembre por el Consejo de Ministros. Las infracciones serán sancionadas con multas que irán desde un mínimo de 301 euros hasta un máximo de un millón de euros. La graduación va en función de la intencionalidad del sujeto infractor, la negligencia, el fraude, el incumplimiento de las advertencias previas, el volumen de negocios y personas afectadas. Sara Miranda, una leonesa de 59 años, se desliza con su silla motorizada por las calles del Ensanche leonés, su barrio, con cierta facilidad. Los rebajes de aceras, generalizados en los pasos de peatones en los últimos años, salvo excepciones, constituyen un hito de la accesibilidad urbana. Curiosamente gran parte de estas obras de adaptación se realizaron «aprovechando la coyuntura de las obras del gasoducto en la ciudad», recuerda Carmen Morán, asesora del Procurador del Común, la institución que llamó la atención sobre la oportunidad de hacer más accesibles las calles. Pero si difícil y costosa es la supresión de barreras materiales -arquitectónicas y sensoriales- más complejo es, a su modo de ver, derribar las barreras mentales. Durante varias convocatorias electorales tuvo que protestar para conseguir votar como una ciudadana más: «Pasamos de que nos subiera la papeleta otra persona a que nos bajaran la urna a la calle, pero ahora afortunadamente ya colocan las mesas en el gimnasio del instituto (La Torre)», explica Sara. Había una solución pero tuvieron que pasar años y llover quejas para que se encontrara. En su barrio lo tiene todo a mano, pero después de tantos años paseando por las mismas calles todavía le es imposible acceder a algunos locales comerciales a los que un simple escalón les convierte en lugares imposibles para las personas que se mueven en silla de ruedas. También es misión imposible arrojar la basura en su contenedor; una persona en silla de ruedas nunca podrá alcanzar la ranura por si sola. Tiene la opción de «dejar la bolsa en el suelo o contar con la buena voluntad de los viandantes para que introduzcan la bolsa en el contenedor», lamenta. Si las barreras arquitectónicas les impiden cumplir con tan sencillos deberes de ciudadanía, otro tanto sucede a la hora de disfrutar del derecho al ocio. El Musac y el Auditorio de León son los de los pocoss edificios culturales y lúdicos a los que Sara Miranda da el aprobado, pese a que es cierto que las plazas del Auditorio están al lado de la puerta. «Pagas platea y estás en el pasillo», lamenta Carmen. El lugar reservado a las sillas de ruedas es conocido como el «arrancamoños». «Desde que está abierto el Auditorio soy feliz porque saco mi abono y disfruto de todos los conciertos». Ella y todas las demás personas que se mueven con silla de ruedas tienen vetado ahora el derecho a ver cine, a no ser que quieran descalabrarse o salir con tortícolis después de una sesión en primerísima fila, justamente allí donde no las «normas» la impedían estar para ver a uno de sus cantantes favoritos, Joan Manuel Serrat, en el concierto que ofreció el verano en el monasterio de Carracedo: «Después de subir y bajar escaleras, con la ayuda de unos amigos sin silla, dicen que no puedo estar en primera fila porque si pasa algo no dejo salir a la gente. ¿Y yo por dónde salgo si pasa algo?». Actualmente, en León las salas de cine son inaccesibles, excepto las de la cadena Cine Box del nuevo centro comercial. Pero Sara comprobó pronto que la accesibilidad de las nuevas salas era un espejismo. «Tiene las plazas reservadas para minusválidos en primera fila y ni siquiera te puedes quedar en el pasillo a cierta distancia porque está en escalera», denuncia. «Es una forma de discriminar haciendo que cumplen la ley, me parece el colmo», añade. Quien quiera garantizarse un buen dolor de cabeza -afirma Sara- sólo tiene que sacar la entrada en primera fila, «no hace falta ir en silla de ruedas». En los cines Van Gogh ni siquiera puede pedir una entrada; tendrá que convertirse en Supermán y sobrevolar la docena de escaleras que separan la entrada del cine de la calle y en el Emperador, alguién tendría que levantar su silla por encima de los peldaños. Un estudio de Consumer sobre la accesibilidad en los lugares de ocio concluyó que el 72% de los cines visitados en toda España -36 en 12 ciudades- no están bien adaptados para personas que se desplazan en silla de ruedas, o tanto ocurre con el 55% de los museos y el 58% de las piscinas. ANTEPROYECTO DE LEY DE INFRACCIONES A LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Sanciones por infracciones leves (irregularidades formales en la observancia de la ley : De 301 a 30.000 euros Sanciones por infracciones graves (actos discriminatorios a persona con discapacidad): De 30.001 a 90.000 euros Sanciones por infracciones muy graves (conductas de acoso relacionadas con la discapacidad): De 90.001 a 1.000.000 de euros

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