Creen que no se han respetado las condiciones negociadas con Madrid
Algunos sectores del PSOE se sienten «engañados» por Maragall
Los guerristas están dispuestos a vetar los puntos del texto que consideren inasumibles
Dirigentes del PSOE, entre otros el presidente del partido y de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, se sienten «engañados» por su compañero del PSC, el presidente de Cataluña, Pasqual Maragall, al haber apoyado una reforma estatutaria que consideran inconstitucional, aseguraron fuentes parlamentarias socialistas. El presidente Chaves reconoció expresamente a veteranos militantes del sector guerrista del PSOE que el líder catalán había faltado a la verdad cuando le garantizó personalmente, y en varias ocasiones, que el futuro Estatuto respetaría plenamente los límites constitucionales y los criterios de solidaridad que garantiza el actual sistema de financiación autonómica. Aunque no hay constancia de que el presidente del Gobierno haya expresado la misma opinión sobre Maragall, hay indicios razonables -señalan las mismas fuentes- de que Rodríguez Zapatero está decepcionado con el re-sultado de la negociación estatutaria en Cataluña, máxime cuando desde un primer momento confió en la palabra del presidente catalán de que el PSC nunca aceptaría un texto que pudiera ser revocado en todo o en parte por el Tribunal Constitucional. El secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Francisco Caamaño, viajó varios fines de semana a Barcelona a lo largo de los últimos me-ses para entrevistarse con altos cargos del tripartito y del PSC, con el fin de trasladarles el criterio del Gobierno español sobre los sucesivos borradores del nuevo Estatuto catalán que se iban conociendo en Madrid. El alto cargo del Gobierno español advirtió sucesivamente a los dirigentes de Cataluña de las dificultades con que se toparía un texto con ribetes de inconstitucionalidad en el trámite parlamentario de las Cortes. En todo momento, según fuentes conocedoras de estas reuniones, Caamaño tuvo la comprensión y el asentimiento de sus interlocutores, que parecían compartir los criterios del Ejecutivo; si bien las declaraciones a la prensa, formuladas por la «parte catalana» sólo unas horas después de concluir dichas reuniones, contradecían en el fondo y en la forma el aparente acuerdo con el secretario de Estado. Desde Madrid se llegó incluso proponer al entorno de Maragall la disolución del Parlamento y nuevas elecciones. La preocupación en la dirección del Grupo Parlamentario Socialista es manifiesta, y desde luego en el sector guerrista, que, por cierto, está sumando de forma espontánea un creciente apoyo de diputados dispuestos a modificar desde la Comisión Constitucional todos aquellos puntos del nuevo Estatuto catalán que consideran inasumibles.