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ZP se mete en curvas cerradas

Ibarra se ha posicionado contra el Estatuto catalán

Ibarra se ha posicionado contra el Estatuto catalán

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Manuel Campo-Vidal - madrid
León

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Esta semana Zapatero ha sabido que se ha acabado la autopista en la que entró improvisadamente y sin peaje el 14-M. Ha sido un viaje relativamente plácido a pesar de que los populares le iban arrojando obstáculos a su paso. Pero ZP los sorteó hábilmente sorprendiendo por sus dotes como conductor político. Hemos conocido en este año y medio de gobierno que es un excelente táctico, pero se desconoce aún si es un buen estratega. Ahora saldremos de dudas porque llegan curvas, algunas cerradas y peligrosas, como la del Estatut de Cataluña, la nueva dinámica de la inmigración que fuerza las fronteras, el anunciado debilitamiento de la economía, la crisis europea y la eterna cuestión pendiente del terrorismo vasco. Lo cierto es que la aprobación del Estatut ha causado conmoción en la sociedad española. Se ha introducido una incertidumbre seria sobre el futuro de la articulación de España con algunas comunidades históricas, y se ha abierto en cierto modo el «frente catalán» que podría sumarse al vasco. El viernes y el sábado no hubo cena, o reunión en Madrid en la que no saliera a relucir el asunto porque la gente quiere saber cuál es la estación siguiente. La siguiente estación es el Congreso de los Diputados. Se suele olvidar que el Estatuto de Cataluña, como el resto, es una ley, pero no una ley catalana sino española, y que lo aprobado en Barcelona el viernes con tantos abrazos y fotografías es solo una proposición de ley al Congreso que habrá que debatir y aprobar, si procede. Y que deberá pasar primero por la Comisión Constitucional que preside el socialista Alfonso Guerra. Puntos claros Tenemos ahí por tanto tres datos claros: el primero, que es una ley española y ya se verá; segundo, que Alfonso Guerra vuelve al primer plano de la actualidad política con un halo de hombre de Estado, tan negociador como se quiera -pactó con Fernando Abril Martorell los artículos difíciles de la Constitución del 78- pero firme sobre lo que significa la identidad de España; y tercero, que el primer Estatuto en llegar fue el valenciano y no se debate hasta noviembre, así que hay tiempo para enfriar el plato. Y como advirtió Josep Piqué, en la sesión del Parlament, «mejor referirse al Estatut en condicional no sea que después haya que desdecirse». Frente a esa situación especialmente difícil para el PSOE, porque buena parte de su militancia rechazará la aventura de Maragall si no se encaja en la Constitución, el PP se ha empeñado en facilitarle las cosas a Zapatero. Pedir que no se acepte la propuesta catalana a trámite o exigir elecciones anticipadas a menos que se tramite como una reforma constitucional, es darle un balón de oxígeno al presidente del Gobierno al que ya le aumentan las pulsaciones por el esfuerzo del repechón que ha comenzado a subir. «La propuesta de Ibarretxe se presentó en el Congreso de los Diputados por el mismo lendakari, se rechazó y no pasó nada. Es más, desde entonces, con elecciones de por medio, ha mejorado la fluidez del diálogo entre Madrid y Vitoria», sostiene Marcelino Iglesias, presidente del Gobierno aragonés. Rechazar la propuesta catalana sin admitirla a trámite sería crear otro problema vasco sin intentar evitarlo. El problema de Zapatero es que Chaves, Bono, Rodríguez Ibarra, el propio Guerra, José Blanco y vaya a usted a saber si él mismo, no están nada felices con la propuesta catalana. Y mucho menos el ministro Montilla, diputado por Barcelona, y por tanto convocado para recortar en Madrid los excesos de talla admitidos por Maragall. La mayoría de ellos, y muchos más, deseaban íntimamente que el Estatut embarrancara. El miércoles pasado un importante directivo de una entidad financiera catalana confesaba a Diario de León: «Si tenemos mala suerte y se aprueba, se nos vienen encima por lo menos cuatro meses muy duros, hasta Navidad, porque todo esto afecta a nuestra imagen y a nuestro negocio». Es la cruda realidad: PSC, CiU, Esquerra Republicana e Iniciativa sumaron sus votos por el Estatut, pero ese Estatut inquieta a una parte de la población catalana porque debilita el bilingüismo en favor del catalán y también inquieta al empresariado porque su mercado principal es España y no quiere aventuras. Mariano Rajoy se lo dijo claramente en su brillante intervención en La Caixa, en plena Diagonal: «Lean el texto del Estatuto, conviene leerlo: descubrirán como interviene en sus vidas». Fronteras forzadas La semana fue dura para Zapatero también por el jueves trágico de Melilla con avalanchas masivas de inmigrantes subsaharianos, con muertos y con el primer ministro marroquí sentado a su lado en Sevilla en la Cumbre sobre la Inmigración. «Demasiada coincidencia: nosotros aquí hablando con el Gobierno marroquí y esos incidentes en la frontera», comentaba a Diario de León en Sevilla el ministro del Interior, José Antonio Alonso. «¿Es intuición leonesa o tiene datos que avalen que fue provocado?», le preguntamos. «Intuición leonesa de la buena», respondió antes de subir al estrado para la tradicional foto de familia. El tiempo le va dando la razón.

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