Diario de León

Los habitantes de Ben Younech aseguran que la avalancha no estaba planificada para ese día

Los inmigrantes que saltaron a Ceuta dicen que les alentó la policía marroquí

Denuncian que algunos recibieron dinero de los agentes para que se decidieran a saltar

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José Carlos García - ceuta
León

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Casi nadie en el campamento de Bel Younech parecía saber lo que iba a ocurrir en la madrugada del miércoles al jueves en el vecino perímetro fronterizo de Ceuta. Era una noche más en ese gueto de inmigración, pero desembocó en un asalto masivo que se saldó con la muerte de cinco inmigrantes por disparos procedentes de Marruecos. Unos días después de la tragedia, los inmigrantes creen que «todo estaba preparado por Marruecos», como resume Mohamed, un inmigrante de Guinea Conakry. El campamento de Bel Younech siempre se había opuesto a utilizar la técnica de los asaltos masivos, pero ese día, en plena Reunión de Alto Nivel entre los gobiernos de España y Marruecos, nadie parecía capaz de poder parar la avalancha. Issa Ngema, un congolés de 28 años, dice tener más claves: «Hubo gente de mi comunidad que recibió dinero de los (policías) marroquíes y cargas en sus teléfonos móviles de 300 y 500 dirhams (30 y 50 euros)». Otros, como Ibrahim, parecen tener más pruebas sobre la implicación de Marruecos en el asalto masivo ocurrido en la frontera de Ceuta. «Cuando íbamos hacia la valla y estábamos ya a pocos metros, algunos policías marroquíes nos animan a saltar, nos decían 'vamos, vamos, saltar' y es lo que acabamos haciendo todos». Según las cifras ofrecidas por el Gobierno, en la avalancha participaron unos 600 inmigrantes, pero en el campamento no estaban viviendo ni 400 personas, según aseguran los inmigrantes. Todos ellos coinciden en afirmar que en la avalancha participaron personas que «no vivían con nosotros y que querían saltar ese día». El enigma del asalto Pero, ¿cómo es posible que puedan llegar varios cientos de inmigrantes el mismo día y dispuestos a abordar la doble valla?, se preguntan hoy los inmigrantes que participaron en el asalto. Cisse Zangare, un joven de 28 años de Costa de Marfil, lo explica así: «Cuando se empezó a hablar de esto (el asalto masivo), en el campamento la gente estaba dividida. Unos no querían hacerlo y otros estaban dudando; al final, ganaron los que decían que no había que saltar. Pero, de repente, de madrugada, muchos tiraron para adelante. Nadie lo esperaba, los jefes de las comunidades (el campamento está organizado por nacionalidades y cada una de ellas tiene su propio 'mando') estaban durmiendo, pero la gente se dirigió a la alambrada. Algunos trataron de pararlo y les dijeron que esperáramos unos días, pero ellos no querían y nos decían 'venid, porque si no ya ningún de vosotros podrá pasar a Ceuta porque la policía marroquí vendrá mañana y os detendrá y destruirá el campamento', y al final, muchos se unieron y se dirigieron gritando a la valla». Los inmigrantes que vaticinaron este desenlace no se equivocaron. Desde entonces, las fuerzas de Seguridad marroquíes no han parado en su acoso a los «sin papeles» que se encontraban en el bosque de Beliones. El augurio se confirmó, pese a que en la frontera de Melilla se habían registrado varias avalanchas desde el mes de agosto sin que las autoridades del país alauita se hubieran empeñado en detener a todos y cada uno de los inmigrantes. A Mussa le llama también la atención que la policía marroquí llevara armas ese día. «Los policías nunca nos han tratado bien, cuando detenían a los compañeros les quitaban el dinero o lo que tuvieran de valor o nos obligaban a pagarles para entrar y salir del campamento cuando nos cercaban, pero no mataban a nadie», relata.

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