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Al menos 24 personas ya han muerto de sed en el desierto y muchos más podrían hacerlo en las próximas horas

Marruecos abandona a su suerte en el desierto a 800 subsaharianos

Las oenegés aseguran que las devoluciones de inmigrantes vulneran la Convención contra la Tortura

Publicado por
León

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En pleno desierto del Sáhara, sin agua, sin comida, sin nada. Marruecos ha abandonado allí a su suerte a 800 subsaharianos. Entre ellos hay una treintena de heridos, varios de ellos graves, hay mujeres embarazadas, hay niños y hay enfermos. Según SOS Racismo, que recabó testimonios de los propios inmigrantes, al menos 24 han muerto de sed y muchos más podrían hacerlo en las próximas horas. Son inmigrantes que fueron capturados en los alrededores de Ceuta y Melilla, en las redadas que han llevado a cabo las fuerzas del reino alauí en los últimos días. Muchos habían conseguido cruzar la valla en varias ocasiones, pero la Guardia Civil -aseguran- siempre los devolvió a Marruecos. Eso, a pesar de que el artículo 157 de la Ley de Extranjería no permite la expulsión inmediata. Marruecos acostumbraba a trasladar a los subsaharianos detenidos a Oujda, una localidad fronteriza con Argelia, pero cambió de táctica al darse cuenta de que la inmensa mayoría volvía a pie a los alrededores de Melilla en menos de cinco días. Como solución fletó varios camiones con inmigrantes y los llevó a algún punto a 150 kilómetros de la ciudad de Bouarfa. Esta localidad se encuentra también en la frontera con Argelia, pero al sur, en plena hamada (desierto de piedras). Allí, el problema es la sed. Según cuenta Javier Gabaldón, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Marruecos, hay un grupo de subsaharianos que se encuentra cerca de la localidad de Al Chouadie. Dependen del poco dinero que puedan guardar todavía consigo para procurarse el agua. De eso o de la generosidad de los vecinos en una zona donde el líquido elemento ya es escaso. Los inmigrantes que todavía se esconden en los bosques de Nador a la espera de una oportunidad para saltar a Melilla ya lo habían adelantado al Diario de León. «Nos han llamado nuestros compañeros y nos han contado que los marroquíes los llevaron a algún punto en medio de la nada, del desierto. Quince murieron», comentaron Kamaru y Abdel Aziz, dos ghaneses que acudían a un locutorio de Nador para llamar a sus familias. Huesos rotos Ese miedo a ser abandonados en el desierto está haciendo que los subsaharianos hayan renunciado a cualquier posibilidad de entregarse a la policía. La valla es, más que nunca, la única salida. Muchos de los que resultaron heridos en la batalla campal con la policía marroquí del pasado jueves no se atreven a salir del bosque ni a ir a un hospital. «Hay gente con huesos rotos, gente que no puede andar. Hasta hay uno con un tiro en la mandíbula. Pero tienen miedo de salir, no quieren que los lleven al desierto», dice Kamaru. Las reacciones entre las oenegés no se han hecho esperar. «La devolución de inmigrantes, tal y como han pactado España y Marruecos, a un país que no tiene una mínima capacidad de acogida que garantice los derechos básicos, vulnera el artículo 3 de la Convención contra la Tortura», declaró Médicos Sin Fronteras en un comunicado. «Esto es un crimen de Estado», sentenció Shakib Khiari, portavoz de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos en Nador.

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