La refriega oculta el debate de fondo

El Congreso fue escenario ayer de un nuevo debate de trazo grueso en torno al Estatut. Una de esas refriegas en las que, al apagarse el ruido de la pirotecnia verbal, es difícil extraer ninguna novedad. «Pirómano», «bombero», «chapotear en el fango», «esquizofrenia», «chivo expiatorio», «irresponsable», «sobreactuación», «mascarada», fueron algunas de las expresiones proferidas por ambos bandos para desacreditar al oponente. Zapatero y Rajoy se emplearon a fondo pero todavía más duro fue el enfrentamiento que mantuvo la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, con los diputados del PP Ángel Acebes y Eduardo Zaplana. De la Vega acusó a los populares de querer ejercer de «pirómanos y bomberos» sobre la cuestión del Estatuto y les pidió que dejen de «chapotear en el barro». Zaplana insistió en la inconstitucionalidad de la reforma del Estatut y aseguró que la Cámara se había sumado a un «fraude democrático» al tramitarla. Acebes, por su parte, respondió a las críticas de Zapatero a Rajoy en las que le reprochaba ocuparse mucho del Estatuto y poco de «los problemas e los españoles». «Efectivamente, el estatuto catalán no era un problema para los españoles hasta que llegó Rodríguez Zapatero», aseguró Acebes. Gobierno y PP demostraron así que no tienen nada nuevo que decirse sobre esta cuestión y, tal vez por ello, lo más interesante del debate, aunque pocos le prestaran atención, estuvo en el duelo, mucho más sosegado y constructivo, entre Zapatero y el portavoz del BNG, Francisco Rodríguez. Éste eludió cualquier supuesto agravio comparativo favorable a Cataluña y reclamó una reforma integral del sistema de financiación que incluya una «territorialización de los tributos». Rodríguez afirmó que Galicia podría financiarse a sí misma si se le cedieran más impuestos. Y puso un ejemplo muy concreto. Con el actual sistema, dijo, Galicia «sólo malcubre el 50% de los gastos», mientras el otro 50% aparece «como si nos lo entregaran dadivosa-mente». Sin embargo, «la recaudación tributaria en Galicia es de 7.662 milloes euros, mientras los gastos ascienden a 5.717 millones». «Tendríamos que cubrir al cien por cien ese gasto», concluyó.