| Crónica política | La opinión de dos ex presidentes |
Aznar y González: dos formas distintas de rechazar el Estatuto
El popular asegura que es «un desafío mayúsculo», mientras el socialista pide sosiego y advierte del riesgo de enfrentamiento
Los dos anteriores presidentes del Gobierno, que se enfrentaron muy duramente en el pasado, estuvieron ayer de acuerdo en rechazar el proyecto de Estatuto catalán. Sin embargo, el nivel de las críticas y la forma de expresarlas fue diametralmente opuesto. «Un desafío mayúsculo a la sociedad española, un ataque al modelo consensuado de convivencia y una ruptura de la Constitución». Así calificó José María Aznar el que denominó «Estatuto de la división», que pretende un «cambio de régimen» y «dinamitar las reglas pactadas en 1978 por todas las fuerzas políticas democráticas». «La propuesta de Estatuto no me parece buena, por tanto no me gusta», se limitó a señalar Felipe González, que hasta ahora no se había pronunciado abiertamente sobre el asunto que polariza la política española. En su opinión, no está en peligro la unidad de España, aunque sí «puede estar en riesgo, si se hace mal, la vertebración eficiente del espacio público que compartimos». Aznar aseguró que estamos «ante probablemente el primer caso de un Gobierno que trabaja activamente a favor de la desaparición de sus competencias y de su propia razón». Lo dijo durante su intervención en el Observatorio Económico Faes -la fundación que preside-, dedicado a las consecuencias económicas del proyecto catalán. A este respecto, un Aznar circunspecto y muy serio auguró que tendrá «un impacto en las cuentas de resultados de las empresas y en las cuentas corrientes de los trabajadores». El presidente de honor del PP avaló la estrategia de Rajoy en contra del texto catalán. El líder del partido, por su parte, aseguró que el proyecto es «letal para el futuro económico» de Cataluña y añadió que le gustaría defender con Zapatero «los intereses de las personas y no de los territo-rios», aunque, añadió, «él no quiere». González utilizó un deliberadamente contenido y moderado discurso, e incluso valoró la disposición de los partidos catalanes de pasar «el trámite institucional del Parlamento». Pero se alineó claramente con Bono, Chaves, Guerra, Rodríguez Ibarra, Francisco Vázquez y otros dirigentes del PSOE que han criticado el Estatuto. «Por mucho que se descentralice, hay elementos -que son más cualitativos que cuantitativos- para mantener una vertebración», aseguró. El ex líder socialista puso especial énfasis en pedir tranquilidad a los políticos en activo para que «no se pueda crear de ninguna manera ni siquiera un atisbo de enfrentamiento entre comu-nidades autónomas». «Hay que sosegar el debate, no descalificar, no insultar, sino dar argumentos», advirtió. Y avisó: «Se está generando una dinámica y una conflictividad nada deseables». Sin Zapatero González se refirió al tema tras participar en el seminario «Diálogo entre culturas y ci-vilizaciones», organizado por la Fundación Atman, cercana al PSOE, al que finalmente no asistió Zapatero, aunque esta-ba previsto que pronunciara el discurso de clausura. La presencia del teólogo musulmán Tariq Ramadan, acusado de justificar los atentados del 11-S y el 11-M, había provocado la renuncia a participar del PP y del embajador israelí, y críticas de la AVT al presidente del Gobierno.