Diario de León

| Análisis | Unos discursos más autonómicos que políticos |

Un debate más sereno y más realista de la España territorial

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Gonzalo Bareño - redacción | madrid
León

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El debate de ayer sirvió para evidenciar que la España autonómica es algo más que esa caricatura de lucha entre nacionalistas y jacobinos que presentan habitualmente los medios de comunicación. Los presidentes autonómicos que intervinieron ayer demostraron que existen ideas y proyectos más allá del diálogo de sordos entre Zapatero y Rajoy. Frente al discurso monolítico de las ejecutivas nacionales existen multitd de matices y sensibilidades. Cada comunidad tiene unas prioridades y unas exigencias singulares que afectan a su discurso por encima incluso de los colores políticos. Las autonomías no se dividen sólo en socialistas y populares sino que existen unas relaciones transversales más determinadas por la relación pobre-rica y por las cuotas de autogobierno. Comunidades presididas por socialistas como Galicia, Andalucía, Asturias o Aragón apoyan lógicamente las propuestas del Gobierno sobre desarrollo autonómico y más autogobierno, pero ponen el acento en la necesidad de garantizar la cohesión social y la solidaridad en el sistema de financiación. Y comunidades con ejecutivos del PP como La Rioja, Valencia o Murcia apoyan naturalmente el discurso de la dirección popular sobre la necesidad de mantener la unidad y la solidaridad inteterritorial, pero no renuncian por ello a alcanzar mayores cuotas de autogobierno, como evidencian sus discursos de ayer y las propuestas de reforma de sus estatutos. Pegado a la realidad El debate de ayer apareció en general como más sosegado, más pegado a la realidad y menos apasionado que el de la reforma del Estatuto catalán. En aquel, Zapatero se alineó claramente a favor de la reforma estatutaria dejando en un segundo plano, aunque esbozados, los límites de esa modificación. El PSOE y sus socios nacionalistas aparecieron allí como un bloque con una sola voz y sin fisuras. El PP optó también entonces por una oposición frontal y sin matices a la reforma con un discurso que a fuerza de duro apareció como inmovilista. Ayer hubo muchos más momentos para la gama y las diferencias de tono. Zapatero siguió apoyando la reforma del Estatuto pero, aunque no avanzó mucho en la fórmula de la financiación, marcó a Maragall un límite claro. No habrá negociación bilateral. Y si el discurso en el Congreso de Mas, Manuela de Madre y Carod Rovira fue suave en el tono pero firme e incluso retador en el fondo, el que hizo ayer Maragall en el Senado fue sorprendentemente conciliador hasta dejar desconcertado al propio Zapatero y a otros socialistas afirmando que hoy se sentía «más español». En todo caso, el debate ha servido para poco más que eso, para hacer una fotografía un poco más realista de la España autonómica. Quedan pendientes las verdaderas cuestiones, apenas esbozadas: un sistema de financiación para las comundiades y la conversión del Senado en una auténtica cámara territorial. Fue un buen paso.

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