Diario de León

Moncloa teme que un referéndum sobre la monarquía haga aflorar sentimientos republicanos

El Gobierno busca un pacto con el PP que evite un plebiscito sobre la Corona

El Ejecutivo echará el resto para sacar adelante una reforma del Senado

Zapatero, con su esposa, el día que nació la infanta Leonor

Zapatero, con su esposa, el día que nació la infanta Leonor

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R. Gorriarán - madrid
León

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El Gobierno pondrá toda la carne en el asador para alcanzar un acuerdo con el PP sobre la reforma del Senado. El Ejecutivo quiere incluir este asunto en la reforma para evitar que los cambios en la carta magna se limiten al orden de sucesión a la Corona y que la posterior consulta popular se convierta en un indeseado plebiscito sobre la institución monárquica. José Luis Rodríguez Zapatero desistió el miércoles de acordar la reforma de la Cámara alta ante la falta de interés de los populares. «Si ustedes -dijo el presidente del Gobierno en referencia al PP- no tienen ganas, si consideran que no merece la pena reformar el Senado, les puedo asegurar que no voy ni a intentarlo». El jefe del Ejecutivo tendrá que desdecirse y la vicepresidenta primera dio el primer paso en ese sentido. Fernández de la Vega señaló tras el Consejo de Ministros que el Gobierno «va a seguir trabajando sin descanso» para concertar con el partido opositor la reforma de las funciones y la composición del Senado. «Si no lo conseguimos -agregó-, no lo conseguimos, pero vamos a intentarlo». Fernández de la Vega se mostró confiada sobre las posibilidades de llegar a un pacto, pese a la firme negativa del PP, y aventuró que «pronto» habrá un acuerdo. Este súbito cambio de opinión obedeció a que el Gobierno constató que si la reforma del Senado no forma parte del paquete de cambios constitucionales, éstos se quedarían reducidos a la modificación del orden sucesorio a la Corona. Zapatero anunció en su discurso de investidura su intención de impulsar una reforma constitucional centrada en convertir a la cámara alta en un foro de representación territorial; la inclusión del nombre oficial de las autonomías; y un reconocimiento al tratado constitucional europeo, además de la supresión de la discriminación de la mujer frente al hombre en el orden sucesorio a la jefatura del Estado. Año y medio después, la situación es incierta. El tratado constitucional europeo entró en vía muerta tras los rechazos de Francia y Holanda y, por tanto, su inclusión en el texto constitucional carecería de sentido al ser un texto que es posible que no adquiera rango legal, mientras que la relación nominal de las comunidades autónomas es una alteración menor. En consecuencia, el único cambio de relieve, al margen de la sucesión monárquica, sería el de la reforma del Senado, pero si este punto no forma parte de la reforma constitucional, la modificación se limitaría a la Corona.

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