| Análisis | La amenaza terrorista persiste |
Invertir en prevención para conjurar el riesgo de otro 11-M
El 11 de marzo del 2004 ya es historia, pero el riesgo de que se repita está lejos de ser conjurado. Así lo reconocen el último informe estratégico sobre terrorismo nacional e internacional elaborado por el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA) y el propio ministro del Interior en unas declaraciones del pasado viernes, en las que aseguraba que el riesgo es equiparable al de los demás países de la Unión Europea. Pero ya nada es igual. La Yihad Islámica que pivota en torno a esa franquicia criminal patentada por Bin Laden bajo la marca Al Qaida, según expertos como Fernando Reinares, director de la Unidad de Documentación y Análisis sobre Terrorismo de la Universidad Rey Juan Carlos, ya no cuenta con el santuario afgano, que le permitía disponer de una sólida estructura centralizada. También ha perdido a sus miembros más relevantes y ya no parece contar con el respaldo económico de otros tiempos. Eso se nota en la cuenta de resultados. De los 187 atentados atribuibles con fundamento a grupos que propugnan la yihad, sólo nueve son imputables di-rectamente a Al Qaida. El resto fueron ejecutados por subgrupos autónomos que han adoptado la marca y casi todos tuvieron como escenario países con mayorías musulmanas, como Afganistán, Irak, la India, Arabia Saudí o Pakistán. Caen las bajas El número de víctimas en esos ataques es de 508 muertos y 3.971 heridos, lo que supone una media de ocho muertos y 21 heridos por atentado. Unas tasas muy por debajo de la media de masacres anteriores, como las de Nueva York, Bali, Casablanca o Madrid. En los veinte meses transcu-rridos desde los atentados de Madrid, las autoridades no se han quedado de brazos cruzados. Según el ministro Alonso, se han cumplimentado ya la mayoría de las recomendaciones de la comisión especial del 11-M. Algunas medidas incluso son anteriores como la creación de un mando unificado de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que posibilita la aprobación de planes estratégicos y la creación de unidades especializadas. La grave carencia de inteligencia antiterrorista que se puso de manifiesto el 11-M se está paliando con la puesta en marcha del CNCA. Los medios humanos y materiales se han incrementado con 600 nuevos agentes destinados en servicios antiterroristas y 70 nuevos traductores de árabe. Todo esto ha supuesto este año una inversión de 350 millones de euros, que serán 368 el que viene. El Gobierno parece que ha asumido el axioma de que «vale más prevenir que lamentar».