Aznar propone que la Otan abra las puertas a Israel y combata el terrorismo
José María Aznar no está dispuesto a renunciar a su protagonismo internacional. En una nueva iniciativa suscrita por la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (Faes), el ex presidente del Gobierno se adelanta al debate para la reforma de la Otan y presenta al mundo su propuesta para «reinventar» la Alianza Atlántica. Aznar propone que este organismo multilateral de seguridad tenga como misión la extensión de la democracia, la lucha contra el terrorismo islamista y contra la proliferación de las armas de destrucción masiva. El ex presidente ha remitido a todos los jefes de los gobiernos de países miembros de la Otan (incluido el español) sus ideas para la reforma prevista de esta institución. El secretario general de la Alianza Atlántica, Jaap de Hoop Scheffer abrirá próximamente un debate para abordar los cambios que reclamó, hace unos meses, el todavía canciller alemán, Gerhard Schroeder. Heridas de la guerra de Irak Los autores de la propuesta reconocen que la Otan sigue arrastrando las heridas abiertas durante la crisis de Irak, en la que los países miembros se enfrentaron por la participación de este organismo en la invasión protagonizada por Estados Unidos y Reino Unido con el apoyo de España, lo que puede dificultar la forja del consenso necesario para abordar su reforma. De hecho, el planteamiento que hace la Faes obedece a una visión muy determinada de la política de defensa en el mundo y la lucha contra el terrorismo, compartida y liderada por los gobernantes que se reunieron en las Azores antes de la guerra de Irak, George Bush, Toni Blair y José María Aznar. El ex jefe del gobierno español aboga por convertir la Otan en el instrumento mundial de la lucha contra «el terrorismo islamista y la proliferación de armas de destrucción masiva a cargo, principal, pero no exclusivamente, de grupos o gobiernos islamistas». Estas dos amenazas, según Aznar, «tienden a converger en el Gran Oriente Medio». De ahí, que se proponga abrir las puertas a nuevos miembros como Israel, Japón o Australia, que se consideran «democracias arraigadas» comprometidas en la lucha «contra nuestro enemigo común».