Diario de León

Un cartel que apunta al futuro

José Luis González y Ana Sur levantaron con empeño y sin medios Rotuleón, que hoy factura más de 1,5 millones al año, prevé duplicar su actividad y mira ya al extranjero

El caso de Rotuleón se explica hoy en la Facultad de Económicas como ejemplo de emprendedor

El caso de Rotuleón se explica hoy en la Facultad de Económicas como ejemplo de emprendedor

León

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Ni experiencia ni dinero. José Luis González y Ana Sur Puerto sólo tenían en 1997 un título de la Facultad de Económicas de la Universidad de León y la inquietud de llevar a la práctica aquello que habían estudiado en la teoría. Empezaron de la nada, sin apoyos, sin dinero, casi sin medios. Buscaron un sector con posibilidades de negocio, tantearon el mercado y se lanzaron a conquistarlo. Hoy tienen unas instalaciones de 2.000 metros cuadrados en el Polígono de Onzonilla, en las que han invertido casi 50.000 euros; emplean a más de 20 personas que forman cuidadosamente; facturaron el año pasado más de 1,5 millones de euros y tienen entre sus clientes a las principales empresas a nivel nacional. Y unas previsiones que apuntan directamente al crecimiento: en cada uno de los dos últimos ejercicios su negocio se ha duplicado. La historia comenzó en 1997, después de la universidad y la mili. González apostó por tomar contacto con la realidad antes de emprender un negocio, y se empleó como comercial en una empresa de telefonía. Fueron doce meses de aprendizaje: además de trabajar habló durante horas con otros empresarios, observó y preguntó todo lo que se le ocurrió. «Eso me sirvió para no cometer después algunos errores en mi empresa», explica. Llegó luego el turno de buscar el sector en el que se desarrollaría la empresa. Apostaron por la rotulación integral, un mercado en el divisaron una rendija que ofrecía posibilidad de competir: las empresas tardaban mucho en entregar los encargos. Competir en servicio y responsabilizarse de sus compromisos y plazos ha sido uno de los secretos de su éxito, pero los comienzos no fueron fáciles. Sin avales no hubo créditos, así que la aventura empresarial empezó en una nave en Villaobispo, con una inversión de 500.000 pesetas, las imprescindibles para constituir la sociedad. «Llevábamos los encargos en nuestro coche, con una vaca, y decíamos que teníamos el camión estropeado porque nos daba vergüenza». Entonces compraban el material justo para cada trabajo, y esperaban a cobrar para iniciar otros encargos. Sobre todo, eran extremadamente cuidadosos a la hora de equilibrar ingresos y gastos, buscar rentabilidades adecuadas y no dar un paso en falso. «Es fundamental intentar cobrar lo antes y pagar lo más tarde posible». El secreto de su éxito lo explica José Luis González: «No tener pereza para captar el negocio. Hay que viajar, salir, estar disponible y dispuesto a moverse allí donde el cliente te necesite. Y, sobre todo, responder siempre de los compromisos que se adquieren, la seriedad es imprescindible para competir». Con esos mimbres han levantado un negocio que mira ya al extranjero (participaron en la Expo de Japón), y tiene el 80% de su mercado fuera de León. Entre sus clientes están El Corte Inglés, Renfe, Dragados, Nestlé, Movistar, Vodafone, Leche Pascual, San Miguel, Frigo, el Metro de Madrid, aeropuertos, Aves,... Ahora varias empresas del sector han optado por unir sus fuerzas para atender las necesidades de clientes cada vez más grandes. Sin embargo, estos jóvenes emprendedores siguen subiendo al andamio cuando hay que montar, trabajando de noche cuando hay que entregar un trabajo, codo con codo con sus empleados. Su currículum académico, reconoce José Luis, no fue brillante. Pero su trayectoria empresarial es hoy ejemplo para otros alumnos en la facultad. Los carteles de Rotuleón apuntan hoy, directamente al futuro.

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