| Crónica | Informe final |
El Yak-42 no podía volar a Afganistán
El agotamiento y la falta de formación de la tripulación y los fallos técnicos de la nave, causas de la muerte de 62 militares
El avión Yakovlev-42D ucraniano que contrató el Ministerio de Defensa, durante el mandato de Federico Trillo, para repatriar a sus militares desplegados en Afganistán no tenía licencia comercial para volar al aeropuerto de Kabul. El secretario de Estado de Defensa, Francisco Pardo, y el jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad), Félix Sanz, dieron a conocer ayer las conclusiones de la comisión internacional que investigó el accidente y que, en general, atribuye la catástrofe al agotamiento y la falta de formación de la tripulación, así como a los fallos técnicos y de mantenimiento de la nave. El accidente costó la vida a 62 militares españoles que regresaban a sus casas tras cumplir una misión en Afganistán, y a los doce tripulantes ucranianos del aparato. Entre los factores que influyeron en siniestro de este avión, propiedad de la empresa ucraniana UM Air y subcontratado por la agencia de la Otan Namsa, Pardo resaltó la falta de formación de la tripulación «en materia de gestión de recursos en cabina» y en todo cuanto tiene que ver con la fase de aproximación al terreno, es decir, la maniobra fundamental que precede cualquier aterrizaje o intento de aterrizaje. Inexpertos El informe, en cuya elaboración participaron las autoridades de Turquía, Ucrania, Rusia y España, concluye que, justo antes del siniestro, la tripulación «perdió la conciencia de la situación» e incumplió los procedimientos señalados en el manual de vuelo y en las cartas de aproximación al aeropuerto de Trabzon. Por eso, la maniobra se realizó «sin precisión», concluyen estos expertos. Además, los pilotos hicieron un «mal uso de los sistemas de vuelo automático» y el avión voló por debajo de la altitud mínima marcada para ese área montañosa. También pudieron influir, refiere el dictamen de la comisión, el nulo conocimiento que los pilotos tenían del aeropuerto turco, su insuficiente coordinación con el resto de la tripulación y su falta de «vigilancia» del instrumental de vuelo, que quedó demostrado por el hecho de que el aparato, antes de estrellarse, penetró en una zona restringida al sur de la pista.