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En el aniversario del anuncio de la moción de censura, los protagonistas se afianzan en sus posiciones y las defienden

Fue un momento, que ya es un año

La tensión política rememora los días de la firma del pacto que hizo alcalde a Amilivia

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A. Caballero - león
León

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Cuatro intenciones nunca son una misma razón. Cuatro razones pueden esconder una misma intención. Pero 365 días después de que Rodríguez de Francisco y Covadonga Soto decidieran desayunar con nuevo alcalde, mientras que quien lo era en ese momento, Francisco Fernández, descorría la tela de la inauguración del Palacio de Don Gutierre, el panorama en el Ayuntamiento ha cambiado considerablemente. Mario Amilivia es quien ocupa la Alcaldía, el ex primer edil tras la moción de censura -aprobada finalmente el 3 de diciembre- se sienta en los bancos de la oposición, Chamorro y sus dos compañeros de la UPL sobreviven entre las aguas - mansas y bravas sin saber cuáles son mejores- de los dos partidos mayoritarios y la pareja de ediles no adscritos gira la llave del equipo de gobierno municipal. Lo que no ha variado son las cuatro intenciones. Razones, sobran. «Todo es más que público y notorio. Volver a recordar aquellas fechas carece de sentido», según Mario Amilivia, que un año después se encuentra convencido de que «fue un acto de justicia porque se permitió que gobernara la lista más votada». Tan natural como el respirar o el parpadear, dentro del juego político, que de momento ha deparado que haya sido «un año duro, porque el PSOE no ha asentado con normalidad la pérdida, ha querido demonizar el pacto, no ha colaborado en absoluto y sigue respirando con verdadera rabia en algún momento dado. Datos y ejemplos de falta de colaboración municipal hay cientos, en todo». También un ejemplo que sirve como dato para explicar la situación que se desencadenó. «Yo creo que hubo previamente una situación de ingobernabilidad donde no había mayoría absoluta para dirigir este ayuntamiento, como consecuencia de la ruptura de la UPL, que no propicié yo, y una serie de extraños movimientos del PSOE con el fin de sacar de la política al señor De Francisco y garantizarse la mayoría absoluta», recita de carrerilla Amilivia. «Todo hizo que fuera necesario, oportuno y conveniente presentar una moción de censura». La misma que buscó otros mimbres antes del verano. «Ofrecí un pacto público a la UPL y ella mantuvo unas negociaciones abiertas con el PP. Casi, casi se puede decir que se dieron por cerradas en el mes de septiembre y, posteriormente, cambiaron de criterio porque el PSOE les ofreció sacar a De Francisco de la política municipal». La escena cambió y los papeles se reescribieron. «La UPL empezó decirnos que no podíamos ofrecerles lo que el PSOE y, en un último momento, ante la situación de fuerza que creía tener pidió la Alcaldía para Chamorro, un escaño de senador autonómico, que tendría que ser el de Lucas o el de Carrasco, y otra serie de cargos como el Procurador del Común y una asesoría en las Cortes», explica el dirigente popular, quien asegura que todo se produjo «en una cena privada, con el presidente de la Junta, y desencadenó una desenmascaramiento público de toda la ambición política de la UPL». El descarte supuso sin embargo un nuevo reparto de cartas y la aparición del comodín. «Todo ello conllevó que cuando el señor De Francisco estuvo dispuesto a hacer públicas las conversaciones que tuvo con Ebro Agrícolas se desencadenó la moción». Luego, «el PSOE tendió una cortina de humo para tapar la oferta de trabajo a De Francisco». «¿Quién se beneficiaba si corría la lista de la UPL? ¿Yo? ¿Quiénes se beneficiaban? Esa es la pregunta del millón de dólares. Y la segunda clave: ¿qué es transfuguismo? ¿El que invierte la voluntad popular mayoritaria o el que la sustenta?», se interroga Amilivia retóricamente. Pero si la UPL hubiera aceptado... «Las hipótesis no verificables son objeto de los que no tiene nada que hacer normalmente, yo tengo mucho trabajo para hacer hipótesis de estas características», aclara. Más fácil de verificar es que 10 más 3 son 13. «Paco privó a Covadonga Soto, aún siendo militante de UPL, de todos sus derechos políticos y de representación. Fue una cacicada y una coacción por parte de nuestros ex compañeros al entonces alcalde, que cedió a ese chantaje en un alarde de ignorancia política», concreta De Francisco. «Optó por los otros tres porque sabía que moralmente eran menos fiables. Mi percepción es que pensó que nosotros, al ser bastante más honestos, no abandonaríamos el barco pese a que nos castigase, si nos ofrecía una salida. Y ahí, fue donde tuvo su gran error». «Iba con la barriga por la calle y me llamó Javier Chamorro para decirme que quería que supiera por él que me privaban de la tenencia de alcaldía, porque el partido no confiaba en mí, y que me callara de hacer manifestaciones o también se me quitaría la concejalía y la asistencia a las comisiones en las que estaba», recuerda Soto más de un año después. «Entonces, yo les dije que vale, pero que a partir de ahí adoptaba mis propias decisiones. Yo antes le había garantizado mi voto catorce, pero entonces me sentí liberada para ejercer la política como entendiera y quisiera». Ese entendimiento encontró querencia en la figura de Rodríguez de Francisco. «El desencadenante fue el ofrecimiento por parte del PSOE de un puesto blindado para ti y otro en reserva para mí», concierta Soto para dar paso a su compañero: «Cuando el PSOE entró en un juego maquiavélico de ofertas de trabajo, lo tuvimos muy claro, con gente que era capaz de eso pues... Y razona su comportamiento. «Reconozco que seguí el juego hasta el hecho de conseguir las pruebas suficientes como para poder demostrar, en su día, que todo aquello fue cierto». Lo demás, «fue cuestión de un momento». «Javier García-Prieto llevaba tiempo sugiriendo el tema, otros cuantos también. Ya en el consejo de Caja España en Sevilla gente del PP nos dijo que habían pensado que podíamos pactar», recuerda Soto, aunque De Francisco concreta: «Un día Ángel Valencia nos propuso tomar un café y a partir de ahí nos reunimos Mario y yo a instancias suyas. Durante esa cita, Covadonga me llamó y me dijo: yo ahí estoy». Coser y cantar. «No había ningún miedo porque teníamos nuestro contacto directo con Génova y desde allí estaba bendecido el pacto, así que la instancia provincial y autonómica nos era igual. Herrera no pintó absolutamente nada, ni Villalba tampoco, ni Carrasco ni Yiyo», enumeran. Sólo ellos. «Con dos de Vega de Infanzones no se puede jugar, y menos intentar comprarles, y menos intentar vencerles, y menos intentar destruirles. Somos -se enorgullecen- de una ribera que resistió al oxígeno 0 que nos echaban en el agua y luego nos vengábamos trayendo aquí a vender las berzas». A quien le pilló la feria fuera fue a Javier Chamorro. «Era un día que me había dedicado a los amigos, un fin de semana en Babia, en un hotel rural, y me pasé la mañana buscando cobertura, ya que en esa zona no hay mucha. Llamaba desde un fijo para saber lo que había pasado con ese anuncio». Lo que pasó fue el anuncio de la moción de censura. «Cuando me lo confirmaron sentí incredulidad, porque no pensé nunca que Amilivia pudiera pactar con De Francisco. Eran dos personas que se odiaban y no creí que su necesidad de vivir de la política llegara a tanto, hasta tragarse sus odios personales». Medida y tiempos, que acabaron con el estatus de fiel de la balanza que tenía la UPL «No lo recuerdo como un época de tranquilidad. Es verdad que nosotros éramos el árbitro, pero no era una situación cómoda porque estábamos gobernando en minoría», resume sin dejar de justificar su doble juego: «Nosotros queríamos controla la situación, por eso hablábamos con el PP, por estar cerca de esa situación y controlarla. Al final, no pactamos porque no quisimos y, sin embargo, la sorpresa la dio quien siempre nos había acusado de que queríamos romper y hacer daño a León, quien prescindió de los interese leoneses e hizo el pacto». Desbarata las denuncias de Amilivia de que solicitaran contraprestaciones de cargos -«cualquier persona que piense más de tres segundos sabe que es absurdo que pidiéramos eso», afirma- y hace examen de conciencia: «Soy el culpable de que hoy estemos en la oposición, aunque pienso que quizá es lo mejor que nos ha pasado. Yo me enfrenté, incluso, con gente de mi partido que pensaba que debíamos pactar con el PP y fui yo quien tiró para atrás porque yo veía que era un equipo malísimo, pésimo, el peor de la historia de este ayuntamiento, y no me veía capacitado para que llegara a una buena gestión». Si Rodríguez de Francisco marcó su tiempo, Amilivia lo encontró y Chamorro no se dio cuenta de su paso, quien lo perdió el suyo fue Francisco Fernández. «Yo vivía que el PP intentaba una convulsión política o un cambio en la ciudad, pero tenía plena confianza en la UPL y en los dos tránsfugas que en aquel momento me dijeron que iban a apoyar al alcalde, que era yo», rememora, mientras lamenta que «los hechos demostraron lo contrario y son cosas que quizá hay que vivir en la política». Vivir contra De Francisco es lo que no calibró. «El anuncio de la moción de censura no nos sorprendió del PP, pero por parte de las personas que pactaron con ellos sí, ya que nosotros estábamos en plena confianza y lealtad con ellos, aunque de alguna manera nos descubrieron dos personas nuevas que hemos ido descubriendo con más profundidad». Fernández echa cuentas al pasado y se reafirma en su despreocupación «Con el señor De Francisco hablé cuando salí del consejo de administración de Caja España, el día 19 de noviembre, y hablamos de temas incluso personales y familiares, como dos amigos que yo entendía que éramos, pero no me informa de esa situación», revisa, pero sentencia: «Al día siguiente vi que lo que había dicho no lo había cumplido». Entonces, un año después, asesta que no intentó nada. «Yo no vuelvo a tener ningún contacto con él, porque entiendo que hay que ser serios y cuando anuncia eso ya no tengo nada que decir, no hago ningún esfuerzo más desde el punto de vista personal, porque creo que vimos que la palabra que había dado estaba rota y no había más que hablar». Prefiere no ir más atrás, porque asegura que allí no hay nada, aunque le acuse De Francisco. «No voy a contesta a algo que para nada lo merece, sería seguir el juego a algunas personas. La prueba de ello está en que todas estas negociaciones no han tenido para nada visos de realidad ni consecuencias legales. Esa es la política que a algunas personas les gusta, en la que están cómodos, pero no es mi estilo», argumenta para zanjar: «Yo si puedo gobierno y si me toca estar en la oposición estoy, colaborando lo máximo posible y punto». Se ha aficionado a quitar hojas al dietario. 365 menos vuelve a colocarse en el Palacio de don Gutierre, en la mañana del 20 de noviembre del 2004. «No sé si será pecado o defecto, pero soy una persona confiada, cuando digo o me comprometo a hacer algo, mi compromiso esta ahí, así lo demostré, y espero lo mismo de los demás». MARIO AMILIVIA «¿Quién se beneficiaba si corría la lista de UPL? ¿Qué es transfuguismo?» SOTO Y DE FRANCISCO «Con dos de Vega de Infanzones no se puede jugar» FRANCISCO FERNÁNDEZ «No sé si será pecado o defecto, pero soy un hombre confiado» JAVIER CHAMORRO «Soy el culpable de que hoy estemos en la oposición» «Era necesario, oportuno y conveniente presentar la moción de censura y, un año después, me siento orgulloso de haberlo hecho» MARIO AMILIVIA Alcalde de León «No había ningún miedo porque teníamos nuestro contacto directo con Génova y desde allí estaba bendecido el pacto» DE FRANCISCO Y SOTO Concejales no adscritos «No pensé nunca que pudieran pactar. Eran dos personas que se odiaban y no creí que su necesidad de vivir de la política llegara a tanto» JAVIER CHAMORRO Portavoz de UPL «El día 19 de noviembre hablé con De Francisco tras el consejo de Caja España, incluso de temas personales, como amigos, y no me dijo nada» FRANCISCO FERNÁNDEZ Portavoz del PSOE «Ha sido un año duro, por que el PSOE no ha asentado con normalidad la pérdida» MARIO AMILIVIA, alcalde del Ayuntamiento de León La mañana del 20 de noviembre del 2004 madrugó para que De Francisco y Covadonga Soto ofrecieran un desayuno abierto al público -abajo a la izquierda-, que escondía café sin azúcar para quienes inauguraban horas después la remodelación del Palacio de Don Gutierre. Francisco Fernández -foto de la izquierda- buscaba telefónicamente, apoyado en el pozo del patio interior del edificio, soluciones para templar una tempestad que le terminaría por despeinar su flequillo cortado a cepillo. Mientras tanto, en Salamanca, en el Congreso autonómico del PP, López Benito y Herrera -bajo estas líneas- se enteraban por primera vez de que en el feudo de Zapatero volvían a volar las gaviotas. El día después, con el sol del veranillo de San Martín como buen augurio, Amilivia -arriba- rubrica el pacto secretamente. Chamorro y Otero -arriba- se consolaban, mientras los firmantes del pacto -foto superior derecha- registraban la moción. Ya metidos en el 3 de diciembre, Fernández saludaba al nuevo alcalde, Amilivia, -a la derecha- ya des los bancos de la oposición, y luego daba las gracias a la gente congregada en la plaza de San Marcelo -instantánea inferior derecha-. Se acaban 17 meses de gobierno; la altura de la planta de Rodríguez Picallo.