A las doce del mediodía, en un acto de homenaje a la Constitución, la Diputación entrega a Crémer el mayor reconocimiento
Crémer, los 99 años de un rebelde
Dice que le nacieron en Burgos. Ha confesado que fue un mes de diciembre de 1907. Pero desde que le alcanza la memoria -y tiene mucha- siempre ha vivido en este León tan frío para el cuerpo como para el alma. Una niñez de pobreza, una cruel guerra y la aún peor posguerra -entrando y saliendo de la cárcel y esquivando con miedo e ingenio el paredón de fusilamiento-, obligaron a aquel alumno brillante de los maristas a espabilar prematuramente. Le robaron la infancia. «Era listo y tenía muchas necesidades». Trabajó en lo que pudo y siguió adelante. Fue peón antes que poeta y mancebo de farmacia antes que periodista. Ahora, si vuelve la vista atrás, lo hace con la conciencia tranquila. «No tengo nada que reprocharme». Con un pie en la centuria y tras pasar por todos los trances de la vida, se siente solo, terriblemente solo. Y ese vacío apenas puede llenarlo leyendo y escribiendo. Su poesía ha marcado escuela. Enemigo de los grupos generacionales, siempre ha caminado sin escuderos. Pluma ágil, mago de las palabras, ironía que esconde tragedia... Ha tocado todos los géneros y ha combatido con la fuerza del verbo. Amigo de sus amigos y leal compañero, nunca aconseja, no cuenta batallas, no predica experiencias... Recibe premios y homenajes -como el de hoy- con el escepticismo de quien ya ha ganado todo lo que esperaba: el cariño de sus lectores. No quiere más. Incluso, rehuye algunos. Hasta tal punto, que lleva un mes sin coger el teléfono para dar esquinazo a quien, por pereza, no es capaz de escribirle unas líneas o hablarle frente a frente. Comprometido con su particular causa, la búsqueda de la propia libertad, ha estado siempre frente a todo. Pero respeta a los hombres. «Trato de salvar el honor de las personas». Su bibliografía es amplia, pero, sobre todo, indispensable. Los títulos son ya pura música: Tacto sonoro, Las horas perdidas, Furia y paloma, El fulgor de la memoria, Diálogo para un hombre solo, Libro de Caín, Los trenes no dejan huella o El palomar del sordo. Hace tiempo escribió: «Huele a soledad el campo,/ tan breve, tan sin sentido,/ bajo un firmamento abierto/ de par en par...