Diario de León

Escritor y periodista

«He hecho de todo y he pasado por todo, por eso soy un hombre incómodo»

El veterano periodista confiesa, al fin, que tiene 99 años. A su edad le diría cuatro cosas a Dios si pudiera: «Por qué ha hecho así este mundo y al hombre tan perverso y contradictorio»

Crémer afirma que escribir su columna es una necesidad como el comer

Crémer afirma que escribir su columna es una necesidad como el comer

León

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El viejo poeta ha incumplido el ritual. Casi todas las mañanas, a eso de las diez, llega al Club de Prensa, saluda, deja su artículo y se va con el periódico debajo del brazo. Pero Crémer siempre es imprevisible. Huye de la rutina en la vida y en la literatura, a pesar de que se empeñe en decir que siempre escribe el mismo libro. Hoy recibe la Medalla de Oro de la Pronvincia en un día en que se rinden honores a la Constitución de 1978. Acepta los homenajes con paciencia. No tiene nada que ganar. La entrevista la hacemos «a domicilio». Lleva días sin contestar al teléfono. Porque «hay unos señores de Madrid», dice, que quieren que les hable del capitán Lozano. Está en contra del teléfono. Se pasa varios minutos ponderando las maldades de un medio que, en lugar de acercar, evita que la gente escriba cartas. Irrumpimos en una soledad que -confiesa- es el «peor de todos los trances». Rodeado de miles de libros y de decenas de cuadros de amigos parece dispuesto a poner en marcha, una vez más, el mecanismo de la memoria. Le cuento una anécdota: «Hace unos días una niña de nueve años me preguntó, señalando la foto de Crémer que corona su columna diaria en este periódico: ¿Conoces a este señor que sale todos los días? Sí, es un hombre muy importante. ¿Qué ha hecho tan importante? Domina las palabras. ¿Y eso es importante? Eso es magia...» -No soy importante. El término no me corresponde. Soy, como diría Baroja, un hombre humilde y errante. Intento dominar esas pocas palabras que cada ser humano necesita para hablar con el prójimo. El hecho de manipular el lenguaje ha dado como resultado que no nos entendamos. El lenguaje lo forma también el pensamiento de quien lo inspira. -¿Nos va a desvelar al fin el misterio de su edad? -La edad es un misterio elaborado por mí mismo. Me nacieron, según los documentos eclesiásticos, en 1907. Tengo unos 99 años. Estos días creo que los cumplo. Un hombre de casi 100 años es un objeto inservible, porque le faltan las facultades elementales para entenderse con la sociedad. Por eso yo soy partidario del soliloquio y no siempre por unanimidad. Me contradigo a mi mismo. El título de mi columna, Crémer contra Crémer , responde a una manera de ser. El ser humano tiene que ser contradictorio en sí mismo, de forma que los objetivos que le propongan sean tan importantes, honestos y decisivos como para no ser rechazados. Así que cuando me preguntan que cuántos años tengo, respondo: todos. -¿No tiene dudas? -No, porque la duda es consecuencia de la inexperiencia. No quiero decir con eso que esté en lo cierto, sino que he desterrado cualquier opinión que no sea motivo de análisis por mi parte. -Ha dicho que la prensa actual se encuentra «deshuesada» y «desvertebrada», porque «nadie lee en España»... -Aunque parezca exagerado, es una muestra evidente de que esta es una de las carencias de la sociedad actual. No se lee ni se escribe. Me llaman de Madrid y llevo un mes sin ponerme al teléfono -luego me entero que me quieren dar un premio-, pero es que me parece inconveniente cuando se pueden utilizar medios más humanos. El teléfono consagra la separación. Hay pereza en escribir. Márquez decía que El coronel no tiene quién le escriba; y es verdad. Tengo relaciones sociales amplias y puedo declarar que la mitad tienen unas casas espléndidas y ningún libro. Son gente importante, bien establecida, a la que la adquisición de un libro no sería motivo de ruina. Y cuando leen es ese Harry Potter, que es un cuento de calleja que estropea la mente de los niños, porque les crea la fe del carbonero en lo que es falso. -¿Y el Año del Quijote? -No lo leen más que los que lo necesitan como elemento comprobatorio de su profesión. Y el Estado dice: creamos el Año del Quijote. Y todos los días un señor sale en tele leyendo diez líneas. Cuando acaban, cierran el libro y no lo vuelven a coger. En mi escuela se dedicaron a que lo leyéramos. Yo era un lector inevitable, pero el resto de la clase dejó de leerlo para siempre. Sólo sabían que era un personaje loco que quería acabar con la injusticia. En España de 40 millones de habitantes, no lo han leído ni diez. En los maristas había una versión mutilada, se suprimían los alegatos contra la moral cristiana. -¿Se ha inventado a usted mismo? -Todos nos inventamos un poco. Las manías son rasgos peculiares de cada uno. El hombre ante el espejo es distinto al hombre corriente. El comportamiento es la moral acumulada por la educación y las lecturas. Uno no se hace así mismo solo, sino con su circunstancia. He sido de todo. He hecho de todo y he pasado por todo. Eso ha hecho de mí un hombre incómodo. -En el año del centenario de Antonio González de Lama, ¿qué no se ha dicho del que fuera director del Diario de León y cofundador con usted de la revista «Espadaña»? -Sucede algo inevitable con las personas de relieve: nunca se sabe la verdad. Por ejemplo, unos periodistas de Madrid querían que les hablara del capitán Lozano (abuelo de Zapatero). Les remití a su familia. Yo sé cosas del capitán Lozano, como sé del Movimiento. Tuve una relación personal importante. Me salvó. No quiero derribar una estatua ni deteriorar un símbolo. Al cabo de tantas muertes, es absurdo que venga uno a desenterrar los cadáveres y a pontificar sobre sus huesos. Este juego de la memoria histórica me parece una de las mayores vilezas. Los que juegan a ello son los nietos de aquéllos que vete a saber cómo están... -¿No le gusta contar batallas? -No. Fui a la guerra y vi escenas que guardo para mí. Quiero que mis nietos olviden que la gente se mata. -¿Por qué le gusta definirse como el menos académico de los poetas? -El academicismo lo dan los estudios. Es poco probable que un señor que no ha pasado por la Universidad llegue a ser académico. A la RAE se llega por muy distintos caminos y uno infalible suele ser la amistad. Cela, por ejemplo, contribuyó a que muchos de sus amigos fueran académicos. Por eso abundan en la Academia tantos hombres dados a la pompa y tan pocos buenos escritores. Umbral nunca llegará a ser académico. Cebrián, que es un hombre de Polanco y ha escrito una mala novela, entró. Yo he ido siempre por libre y no me ha gustado formar parte de ningún grupo. El que no forma parte de una capilla está perdido. En esto, como en la mayor parte de las cosas de la vida, funciona el padrino. -Le gusta decir que escribe más que «El Tostado» (Alonso de Madrigal)... -No hago más que escribir, porque tengo muchos compromisos. La gente me pide cosas rarísimas, hasta un verso para una comunión. Me dicen: si a usted no le cuesta nada... Dejé de escribir de pintura porque me mandaban invitaciones de todas las exposiciones y para ser jurado. No paraba. -El Papa ha suprimido el limbo... -¡Con el juego que daba! La Iglesia, que es muy lista, se había inventado un lugar para los niños que morían en estado de gracia. ¿Qué hacen con esos niños ahora? ¿Se los comen? -¿Por qué dejó la radio? -Estuve 20 años, creo que con éxito. Despidieron a casi todos. Le dije al dueño que debía dirigir yo; y él, que esa no era su idea. Le contesté: quédese con la radio; y me fui. Siempre hago así con todo. Pasó igual con los de la Cámara de Comercio, les dije: en mis hambres mando yo. -¿Qué fue de su tía Federica? -Aquel invento radiofónico dio resultado. Esa tía del pueblo, a la que yo ponía voz, decía verdades como templos, en aquella época de censura brutal. SUS FRASES «Tengo relaciones sociales amplias y puedo declarar que la mitad tienen unas casas espléndidas y ningún libro» «De 40 millones de españoles, ni diez han leído el Quijote» «He estado frente a casi todo, no contra nada» «Zapatero siempre me ha parecido un chico que iba para galán y se ha quedado en Cantinflas» «No tengo enemigos, porque los enemigos los hago yo» «He pasado hambre real. Era listo y tenía muchas necesidades» «En la RAE abundan los hombres dados a la pompa y pocos buenos escritores» «He ido siempre por libre y no me ha gustado formar parte de ningún grupo» «En un señor de cien años, el aburrimiento es muy doloroso» «León es el pueblo más apático para las cosas artísticas» «¡Qué pena que haya desaparecido el limbo! ¡Con el juego que daba! ¿Qué hacen con esos niños ahora? ¿Se los comen?» «A la desesperación se entrega todo hombre que se queda solo»

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