Un leonés relata cómo la jubilación ha motivado que done altruistamente su cuerpo para formar a los futuros médicos
Jesús se ha regalado a la ciencia
«Supone el júbilo de seguir viviendo tras la muerte y mi cuerpo sirve para algo bueno»
«El traslado del cadáver y el protocolo habitual se hacen con todos los sacramentos» CELIA DÍAZ, departamento de Morfología y Biología Celular de la Universidad de Oviedo «¿Qué podía ofrecer yo a los 65 años?», se preguntó Jesús Gómez Marcos. La respuesta la halló tras un laberinto de inconvenientes en la donación de su cuerpo a la ciencia médica. Su gesto no sólo es un enorme acto de generosidad y altruismo. También es una extraordinaria contribución a la investigación científica y a la formación de los futuros médicos. «Estaba a punto de jubilarme y cuando decidí hacerme donante me di cuenta de que en realidad supone el júbilo de seguir viviendo tras la muerte». Jesús no quería participar en este reportaje. Sólo la posibilidad de que su experiencia pueda servir para estimular nuevas donaciones le convenció a hacerlo. Y porque cree que, al menos, su cuerpo «servirá para algo bueno». El proceso que ha seguido hasta conseguir su carné de donante está cargado de simbolismo. Poco antes de jubilarse en su empresa de publicidad, tomó la decisión. Su familia lo recibió con reparos, pero ya no había marcha atrás. Habló con amigos médicos, pero no le hicieron mucho caso. Preguntó en el Hospital de León y la única respuesta que recibió fue de un celador que le entregó un papel de la Universidad de Valladolid en el que bastaba con facilitar los datos personales. Pero no le ofrecían garantías de ningún tipo. Así que se enteró que las donaciones se hacían en las universidades y llamó a la facultad de Medicina de Salamanca. El día que llegó el contrato Recibió por correo ordinario información de la Sociedad Anatómica Española y un contrato que no tardó en firmar. En éste declaró la donación de su cuerpo para que después de su fallecimiento sea utilizado por el departamento de Anatomía e Histología Humanas de este centro universitario con fines docentes y de investigación. Asimismo daba el consentimieno para su cadáver fuese trasladado desde León hasta Salamanca. En el contrato le dejaban claro que, una vez completado el estudio anatómico, la Universidad se comprometía al traslado y ulterior sepelio de los restos mortales. Pero Jesús quiso añadir algo más y solictó incluir una cláusula especial y condicional a la donación de su cuerpo. Quería que, en caso de padecer una muerte encefálica, se donaran todos los órganos corporales que pudieran ser trasplantados a otras personas. Junto a su firma se requería la de un testigo. Y qué mejor manera de simbolizar su larga trayectoria como donante de sangre que ofrecer el privilegio de testificar al presidente de la hermandad de donantes de León, que accedió gustoso. Jesús, además de obtener la Gran Cruz que se entrega a quienes han alcanzado las 50 donaciones, ha formado parte de la directiva de esta entidad hasta no hace mucho tiempo. «Nunca se recalca en los medios que un donante de sangre salva en vida, y eso es muy importante para convencer a la gente de que lo haga», asegura. De corazón También expresó el deseo de que su corazón fuese extraído y entregado a la familia con el fin de poder cumplir con los actos religiosos y sociales. La primera petición fue aceptada, pero la segunda no puesto, que es incompatible con el proceso de embalsamamiento. «Como cristiano me interesaba este tema», confiesa. Ahora sabe que, tras su muerte, su familia dispone de un tiempo legal para realizar los funerales y que su cadáver no será trasladado a Salamanca hasta que concluyan las pompas fúnebres. Con el tiempo, Jesús pidió una última voluntad. Quiso que la fecha que figurase en el contrato fuese el 27 de septiembre del 2005, día en el que se jubiló al cumplir los 65. Ahora su familia ya está advertida. El día que le asistan en su fallecimiento tendrán que llamar a un número de teléfono de Salamanca. En este momento se activará el protocolo acordado. Jesús está dispuesto a ayudar a cualquier interesado -es el verdadero motivo de que haya salido del anonimato-, incluso hace un llamamiento a las instituciones para que le faciliten medios de cara a informar y captar nuevos donantes, algo que en León no es habitual por desconocimiento de los ciudadanos. «A la muerte no le tengo miedo. Mira, si me viene ahora, ni me importa». «Incluí una cláusula especial para que, en caso de muerte encefálica, mis órganos fuesen cedidos para trasplantes» JESÚS GÓMEZ MARCOS Donante leonés «La mentalidad de los extranjeros es distinta, por eso hay tantas donaciones en la costa mediterránea» DOCTOR PASTOR, departamento de Anatomía y Morfología de la Universidad de Valladolid