«Los índices de ocupación de nuestros albergues raramente dejan un 25% de plazas vacantes»

En León capital funcionan dos albergues para transeúntes. El municipal oferta 21 camas repartidas en cuatro dormitorios y todas para varones mayores de edad. Por el pasan cada año cerca de millar y medio de personas, de las cuales dos tercios son «repetidores» que agotan el tiempo máximo de estancia permitido (cinco días). Está situado en las proximidades de la plaza de Puerta Obispo y su índice de ocupación está situado en torno al 75% de media anual, aunque este porcentaje se dispara en verano y baja en invierno, una paradoja que, según sus responsables, no deja de contrastar con el duro clima de la provincia: «aunque por estas fechas los sin techo tendrían que recurrir más a nosotros por el frío la realidad es que acaban emigrando todos al sur, mientras que en invierno sucede al revés». En Andalucía pasa todo lo contrario. A pocas decenas de metros del centro municipal y también en el lado sur de la Catedral está situado el albergue de la fundación Ozanan, regentado por la orden religiosa de San Vicente de Paúl y dirigido por Eugenio Cortizo. Su capacidad es igualmente de una veintena de camas, parte de ellas para mujeres (las únicas en este tipo de centros). Durante el último año ha acogido a dos centenares de personas en estancias medias de un mes, que se explican, según Cortizo, por la prioridad a los programas de reinserción. «También aquí las prolongamos hasta que la gente que acude a nosotros encuentra trabajo y cobra su primer sueldo». Los dos albergues realizan la misma labor y sus responsables coinciden en que, miserias aparte, el trabajo es agradecido y no les plantea conflictos ni altercados. «Toda persona tiene dignidad y, por supuesto, los transeúntes, así que te agradecen lo que puedas hacer por ellos y no lo olvidan, incluso en los peores momentos. También hay una enorme solidaridad entre ellos a la hora de intercambiarse, por ejemplo, ropa y cigarrillos, que pocas veces se ve ya en otros ambientes».