Diario de León

OPINIÓN

Mucha marca, poca educación

Publicado por
LUIS DEL VAL
León

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ADEMÁS de la niña que se suicidó en Elche, como consecuencia del acoso de otras compañeras; además del caso de los malos tratos grabados en vídeo; anteanoche, un niño, tras jugar un partido de fútbol, asediado y hostigado por sus compañeros, insultada su madre que intentó mediar, amenazó con tirarse desde uno de los puentes del Turia, en Valencia. La madre suplicó, rogó y consiguió que los pequeños torturadores no lograran el mayor éxito de sus objetivos, porque no cabe duda que lograr el suicidio del acosado debe ser un triunfo memorable. Los optimistas piensan que esto son excepciones, pero que entre los educadores exista el mayor alto porcentaje de enfermedades relacionadas con la depresión y la mayor proporción de jubilaciones anticipadas, eso ya no es una anécdota, sino una categoría. Que hayan desaparecido de las aulas virtudes esencialmente pedagógicas, como la disciplina y la obediencia, no es un recuento de excepcionalidades, sino la triste realidad de un sistema académico deplorable al que hemos llegado con la ayuda de reformas estúpidas, políticos mentecatos, sindicalistas majaderos y padres de familia que pensaron que llevar a un niño a la escuela es lo mismo que llevar el automóvil a la revisión de kilometraje. Los padres han pensado que cumplían con su deber estando el mayor tiempo fuera de casa para obtener más ingresos que les permitan comprar más cosas, en lugar de dedicar el mayor tiempo posible a estar con sus hijos. Y no sólo eso: cuando profesores o educadores reprenden a sus hijos, son padres que salen en defensa de estos futuros delincuentes, sosteniéndola y no enmendándola. No me consuela pensar que esos padres, el día de mañana, ni siquiera recibirán la atención de que les busquen una residencia, porque sus hijos los tirarán por un terraplén, o no sabrán ni siquiera que ha sido de ellos: me angustia este desorden, este extravío permanente, reforma a reforma, mientras alimentamos a monstruos ignorantes. Y es que damos comida y ropa de marca, pero no educación.

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