Fin de año con ataques personales

La última sesión del año en el Congreso de los Diputados no defraudó a los que tenían expectativas. Zapatero y Rajoy se dieron de lo lindo. El presidente acusó al líder de la oposición de mentir por tergiversar las cifras de lo obtenido por España en Bruselas, después de que el líder de la oposición denunciara la «neolengua» -el lenguaje inventado por Orwell en 1984- que utiliza Zapatero para transformar los desastres en éxitos. Como no podía ser menos, Rubalcaba también me-tió baza y volvió a recuperar los fantasmas del PP cuando remedó la frase que pronunció en la jornada de reflexión de las elecciones del 14-M y dijo: «España se merece una oposición que no mienta tanto». Antes había dicho que Rajoy ha elevado tanto el tono de sus críticas al Gobierno -por ejemplo comparando el «desastre» de Bruselas con la derrotas de Trafalgar o de Cuba- que ya no le van a quedar argumentos, salvo que hable del holocausto nuclear. Denuncias continuas Ciertamente, Rajoy cumplió con creces lo que dijo el día anterior, que no se va a callar y va a continuar denunciando al Gobierno. Ayer lo hizo a fondo. Incluso perdonó la vida al pre-sidente cuando dijo que el mal acuerdo alcanzado en Bruselas es lo máximo que podía conseguir alguien como él. Pero fue en el turno de réplica en el que ambos intercambiaron duros ataques personales. Zapatero espetó a Rajoy -que lo había cali-ficado como «bobo solem-ne»- que «descalificando e insultando, los españoles no lo van a considerar más inteligente, lo van a considerar más maleducado». El presidente se dirigió al líder del PP para indicarle que últimamente ha mostrado «una tendencia a la descalificación y al menosprecio hacia los de-más, hacia sus adversarios políticos». «Es verdad que esa actitud no es nueva -continuó Zapatero-. No es nuevo que usted considere que tiene una alta consideración de sí mismo y una muy mala de los demás. Ya pasó en la campaña cuando dijo 'soy el mejor'», afirmó. Rajoy le replicó que no se retracta de lo dicho y añadió que su obligación como jefe de la oposición es «decir lo que se hace mal y poner el dedo en la llaga cuando se rompen las reglas de juego».