Diario de León

| Entrevistas | Cara a cara | JOSÉ MARÍA FIDALGO | SECRETARIO GENERAL DE CC.OO. FUMADOR

«Una guerra hace más daño a la humanidad, y es legal»

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M. R. - león
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Cree que la ley será un estímulo para dejar de fumar entre quienes, como él, se verán acorralados en su centro de trabajo sin poder hacerlo durante una larga jornada laboral. Fuma desde hace 30 años. -¿Le gustará más ser fumador ahora que está prohibido? -No, creo que es bueno dejar de fumar. De hecho, lo dejé una temporada larga y luego recaí. El tabaquismo, y lo sé por experiencia, genera problemas físicos y adicción. Y este precepto legal que entra en vigor puede prestar ayuda a que los fumadores tengamos un estímulo para dejarlo. -¿Ha vidido alguna vez la intolerancia por ser fumador? -No, nunca he tenido un mal gesto de alguien. Igual he tenido suerte, pero en el grupo con el que más trabajo ya hay una mayoría de no fumadores. -¿Cuánto tiempo lleva fumando? -Desde los 16 años, con tres de excedencia. Ahora tengo 57. -¿Con qué hecho relaciona el primer pitillo? -Como todos los chavales de mi época, lo hacíamios por hacernos mayores, una especie de emulación de la edad adulta. Luego creo que hemos vivido una época en la que el tabaquismo no tenía ningún estigma social, hasta que han empezado a aparecer corrientes ligadas mentalmente al salubrismo. Todos recordamos a fumadores bien vistos socialmente, pero hemos pasado a un cambio de opinión que va con los tiempos y que tiene su lógica. Dejar de fumar es una buena cosa. -Pero resulta hipócrita que el Estado convierta al fumador en un apestado y luego engorde sus arcas a costa de él. -No sé si es hipócrita, pero los administradores públicos suelen hacer cosas ambivalentes. En términos fiscales, el Estado es cada vez más anémico y tiene que agarrarse a la imposición por el consumo: el tabaco, el alcohol o el IVA. Está ejercitando, yo no diría una hipocresía, sino la práctica de una absoluta necesidad, porque necesita recaudar. También creo que si el pensamiento antitabaco es salubrista y quiere llegar hasta el final, debería ilegalizarse. -¿Dónde llevará peor la situación de no poder fumar? -Donde peor lo llevaremos todos será en el centro de trabajo, sobre todo los que tenemos jornadas laborales muy largas. Hay gente que está bastante sola, no sólo en trabajos de oficina ni colectivos, sino en servicios, que trabajan más de ocho horas diarias. Sin duda, en el centro laboral se tendrá que soportar la doble carga del trabajo y de la adicción que no se puede satisfacer. -Se ha llegado a decir estos días que el tabaco es un daño a la humanidad. ¿No le parece exagerado todo esto? -El tabaco daña el organismo. Lo de que es un daño a la humanidad... Puestos a prohibir habría que prohibir treinta y tantas cosas que dañan mucho más a la humanidad, como las injustas guerras o la explotación y el tráfico de las personas por otras personas. Todas esas cosas dañan bastante más a la humanidad que el tabaco, y además no son vicios, son cosas perfectamente legalizadas, como está legalizada la usura. -¿Cuándo decidirá dar la última calada? -No lo puedo decir porque la ley no me penaliza si echo algún cigarrillo o una pipa en lugares permitidos, como una terraza, la calle o mi casa. Pero estoy absolutamente convencido de que la reducción de los ámbitos disponibles para fumar incidirá en los fumadores; nos van a ir obligando. Yo, por ejemplo, tengo muy pocos espacios libres porque habitualmente me muevo en lugares públicos. Únicamente los traslados, pero si lo haces en transporte público, tampoco se puede. Y con esta agenda tan apretada, con muy poco espacio para mí y mis amigos, excepto el fin de semana, supongo que me veré imposibilitado físicamente a fumar y acabaré llegando a la conclusión de que para fumar poco es mejor no fumar. -Como sindicalista, ¿cree que habrá pérdida de empleo? -Nosotros, en un dictamen del Consejo Económico y Social, junto a UGT y las organizaciones empresariales, planteamos que sería conveniente que la negociación colectiva permitiera decidir si se habilitaban espacios para fumadores. No lo conseguimos. En la hostelería creo que hay cierto nivel de permisividad, en el sentido de que la ley establece que los locales pequeños, que son muchos, pueden optar si permiten fumar. Se puede dar el caso de que un cliente deje de ir a un bar porque no quiera humo, pero estoy convencido de que en unos meses o en pocos años irá desapareciendo el hábito fuera de los domicilios. -¿Quién le soporta los malos humos? -Supongo que mis compañeros, pero no soy un personaje con muchos malos humos. Desde luego, cuando me enfado prefiero tragármelo. «Acabaré llegando a la conclusión de que para fumar poco es mejor no fumar»

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