«Los precios raramente bajan ya de 360 euros por piso y mes»

Resulta difícil establecer un baremo, ni siquiera orientativo, sobre tarifas en los pisos de alquiler. Como sucede en todas las ciudades en León también los precios se disparan en el centro y caen gradualmente a medida que la vivienda se distancia de las calles más céntricas, «donde, por pedir, se puede pedir lo que se quiera», según el secretario de la Cámara de la Propiedad, Miguel Angel Sánchez Fraile. La media para el conjunto de la ciudad, de acuerdo con estimaciones de la Cámara, que visa al año una media de 2.500 contratos de arrendamiento, se sitúa entre 360 y 400 euros por mes, aunque esta horquilla puede dispararse, generalmente más por arriba que por abajo: los pocos pisos que se arriendan en el entorno de Ordoño o de la plaza de la Inmaculada triplican fácilmente las cifras anteriores, en tanto que en las barriadas marginales las mensualidades caen a 200 euros o menos. Según reconoce Sánchez Fraile, el elevado precio de los alquileres resulta disuasorio para las familias, de manera que la mayor parte prefiere optar por una hipoteca que a veinte o treinta años les va a costar lo mismo, pero manteniendo la propiedad en sus manos. El riesgo les compensa y, al final, todo el mundo opta por un crédito, que, en el peor de los casos, no deja de ser un recibo de alquiler de por vida. La revalorización desmesurada de los pisos durante el último decenio no ha hecho más que alimentar esta tendencia, aunque ahora empiece a frenarse tímidamente. Los inversores en ladrillo calculan sus beneficios en una doble cuenta: por una parte la renta del alquiler y, por otra, la revalorización del inmueble. En el caso de los pisos alquilados a inmigrantes cuenta no pocas veces también la revalorización del solar: viviendas sin calefacción o en una cuarta planta, de 50 años, sin ascensor, donde nadie viviría ni arruinado.