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Los títulos universitarios caen en picado y dejan de ser los más demandados por las empresas en León y en todo el país

Falta personal cualificado para el 30% de empleos de hostelería y comerciales

La inmigración cubre ya la décima parte de la oferta de puestos sin ningún tipo de especialización

Publicado por
Antonio Núñez - leónleón
León

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Hasta finales del pasado mes de agosto se firmaron en León un total de 77.630 contratos de trabajo, pero la cifra no es lo que parece. Sólo un 10% eran fijos o «indefinidos», y, aún de éstos, menos de dos tercios lo eran a jornada completa: el resto eran por horas o de temporada, los llamados «fijos discontínuos» para campañas de verano, forestales o de piscinas en los ayuntamientos de los pueblos. Todos los demás se quedaron en empleos de poco tiempo, por obra o servicios. La media de duración de un contrato laboral no suele sobrepasar los seis meses, aunque luego la mayoría se prorroguen y cada año la décima parte acabe en definitivos. Esta precariedad laboral, medida para el conjunto de los sectores económicos, contrasta, sin embargo, con la oferta de puestos de trabajo que las empresas logran cubrir a duras penas en los sectores de hostelería, contrucción y comerciales, donde aproximadamente la tercera parte de las plantillas tienen que improvisarse con personal menos cualificado del que demandan los empresarios.. No hay estadísticas oficiales sobre el número de puestos de trabajo ofertados por cada actividad económica, pero las empresas de trabajo temporal, que han tomado el relevo del Inem como intermeriados del mercado laboral, aseguran que sobran demandantes para empleos de administrativos o de «cuello blanco», universitarios incluídos, y, en cambio, se está dando una escasez casi agobiante en oficios que hasta hace una década estaban minusvalorados por su cualificación. Según Juan Carlos Luengo, director de la agencia Insefor, una de las primeras ETT que se abrieron en la provincia, los empleos más demandados en una economía basada en el sector servicios, como la leonesa, son los de dependiente,. mozo de almacén y, sobretodo, camareros y cocineros en la hostelería, y comerciales para todo tipo de empresas. Contrastes Según Luengo, en las ofertas laborales que se gestionan desde las ETT aparecen dos agujeros muy claros. Uno de ellos en Hostelería, donde los profesionales mejor cualificados hace tiempo que emigraron a las zonas turísticas del sur y del arco mediterráneo, donde los salarios, horas extras incluídas, llegan con relativa facilidad a 3.000 euros mensuales. Los oficios más demandados son los de cocinero y camarero, aunque no se desprecia ninguno. «Los trabajos pueden ser fijos o de temporada, por ocho meses al año con otros cuatro de seguro de desempleo, pero, incluso en este último supuesto, la gente se va en temporada alta y regresa aquí en invierno para pasar ese tiempo de inactividad intercalada con pequeños trabajos extras para las fiestas navideñas. El hueco que dejan aquí es de aproxidamente un 30% de empleos cualificados, que se cubren en precario muchas veces con mano de obra inmigrante». Un déficit mayor aún es el de comerciales, antes conocidos vulgarmente como viajantes, que las empresas reclaman continuamente en los anuncios por palabras de los periódicos sin apenas cubrir la mitad de las solicitudes. «El resto de los empleos se rellena con contratos temporales o a prueba por falta de personal cualificado, titulados universitarios aparte, que suelen utilizar estos puestos a modo de puente hasta recalar en su propia profesión. Los sueldos van unidos a incentivos por ventas «y son pocos los que quieren trabajar en la calle». Las empresas constructoras, después de las de hostelería y servicios comerciales, aparecen en tercer lugar en el ranking de empleos sin cubrir o cubiertos muy en precario. Según el secretario de la patronal leonesa de Edificación y Obras Públicas, Javier Sanz, el total de contratos ofertados cada año ronda los 25.000, lo que supone tantos puestos de trabajo o más que los de las propias administraciones públicas. A nivel nacional suman 2,4 millones de trabajadores. Según Sanz, las plantillas del sector de construcción eran hace apenas una década de once mil trabajadores con una oferta de dos mil viviendas al año, que se han duplicado desde la implantación del euro y la moda de inversión en inmuebles en vez de en depñósitos bancarios o acciones en la Bolsa. Lo que pueda durar todavía este fenónemo todavía nadie lo sabe, pero es un hecho que el sector ha tenido que recurrir a contrataciones improvisadas para cubrir las plantillas, tanto en el peonaje como en los oficios más especializados. Inmigrantes Aproximadamente entre el 10% y el 15% de los trabajadores de la construcción leonesa con ya inmigrantes. Unos cubren los puestos menos cualificados y otros compiten con los de aquí como encofradores, electricistas, fontaneros, soldadores, etcétera. Según Sanz y las ETT la mano de obra menos cualificada suele tener una procedencia magrebí o subsahariana, en tanto que el resto se reparte como puede entre hispanoamericanos y trabajadores de los países de la antigua URSS o europa del Este. Los primeros pasan por ser los más desprotegidos y constituyen el grueso de los «sin papeles», los segundos tienen la ventaja de compartir un idioma que facilita rapidamente su integración en la sociedad española y los terceros suelen tener, además de la piel de un color que no los discrimina de entrada, cualificaciones profesionales y conocimientos mal pagados en sus países de origen. Para muchos de ellos el auge de la construcción ha sido un maná en forma de empleos, al principio ilegales y luego reconvertidos en permisos definitivos de residencia. Al menos por el momento y mientras no estalle o se desinfle la burbuja inmobiliaria la construcción seguirá siendo el principal motor de la economía provincial y uno de los que puede presumir de pleno empleo y ausencia casi total de paro. «De hecho muchos trabajadores hace tiempo que se han instalado por su cuenta para hacer subcontratas en grupo como autonomos o emplear a terceros en vez de apuntarse directamente a la nómina de una constructora». Los que prefieren seguir el camino más clásico de trabajar para otro tampoco lo tienen difícil, al menos por ahora. Según el director de Insefor, Juan Carlos Lueogo, en las ETT el plazo entre echar un curriculum y ser llamado a una entrevista de trabajo no suele sobrepasar los dos o tres meses, a lo que sigue la entrega de una terna de tres nombres para que elija la empresa, un periodo de quince días como filtro y, sólo si sale mal, se vuelve a hacer la selección. «Lo normal es que no haya conflictos ni reclamaciones y son raros los que puedan acabar luego en los juzgados de lo Social». Este proceso vale para todos los oficios y actividades, aunque es más común en servicios, donde algunas empresas ofertan también cursos de formación: entonces el empleo está garantizado.

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