«Tendré que hacer algo, si no lo pasaré mal»

El primer día de Feijoo como presidente del PP gallego fue, sobre todo, el de la despedida de Fraga. El ya histórico líder de los populares culminó un proceso de retirada que, íntimamente, inició la misma noche electoral del 19 de junio, y que en los últimos meses lo ha llevado a situarse en un segundo plano inusual en él. Con esa discreción, Fraga cerró en el día de ayer un capítulo de la historia de este país sin apenas ruido y con la mente puesta en el Senado, su próximo destino. Así se presentó en el restaurante de un hotel compostelano, apenas veinte minutos después de recibir el homenaje de los suyos. Llegó con su hija Carmen. Baltar lo esperaba para decirle lo que más deseaba escuchar a su marcha, que deja el Partido Popular unido. -Este congreso pone fin a una trayectoria de dieciséis años, con su sucesión en el Partido Popular gallego. ¿Qué balance hace de este final de etapa? -Hago mías las palabras de nuestro presidente Rajoy. Es el mejor congreso que hemos visto todos, dentro y fuera del partido. Es un modelo de cómo está absorbida la democracia y de cómo realmente somos, lo que he dicho siempre, la mayoría natural de este país. Y si no fuera por las anomalías que ocurrieron en Atocha [los atentados del 11 de marzo del 2004, previos a las elecciones generales], pues evidentemente esto se hubiera notado a nivel nacional y a nivel de la comunidad. Pero, es igual. El partido está ahí y ya quisieran otros parecerse a él. -¿Qué le supone este mo-mento personalmente? -Para mí, es una buena forma de celebrar mis 83 años. -Usted dijo que vino a Galicia para evitar que esta tierra fuera sometida a cacicadas y a desprecios por parte de Madrid. ¿Cree que lo ha conseguido en estos dieciséis años? -Naturalmente. Y la mejor prueba es este congreso que se ha celebrado. Este congreso no se ha hecho estrictamente dentro de los estatutos del partido a nivel nacional, sino por el reglamento que nosotros hemos hecho aquí. Y ya ve usted cómo lo ha suscrito Rajoy. -Su destino es el Senado. ¿Podrá contribuir usted a poner en marcha su viejo proyecto de reforma para convertirlo realmente en una cámara de representación de las comunidades? -Pues mire usted, el Senado está en la Constitución porque yo me empeñé. Tuve que pagar el precio doble. Por una parte, le dieron pocas facultades los demás, los que no lo querían. Y, por otra parte, las autonomías no estaban constituidas todavía. Pero, en este momento, pienso que en algo se podrá contribuir, puesto que está en la agenda del Gobierno. Que, por cierto, me ha extrañado que, con la prisa que está dando al tema de la reforma de los estatutos, ahora quiera retrasar la reforma constitucional. Me ha extrañado muchísimo. ­-Con esa tarea pendiente, esto es más bien un punto y aparte que una despedida. -No, no. Es una despedida, desde luego, de cierto tipo de actividad. La palabra Senado viene de senex, que es el sitio de los mayores, de los veteranos, si usted quiere, de los viejos. Y por lo tanto... Pero siempre queda algo para hacer y yo, mientras tenga aliento, tendré que hacer algo, sino lo voy a pasar muy mal.