Putin ofrece a Hamás negociar en Moscú tras reunirse con Zapatero Jugada maestra

Vladimir Putin anunció ayer, por sorpresa y tras reunirse en La Moncloa con Zapatero, que invitará a representantes de Hamás a discutir sobre el conflicto israelo-palestino en Moscú, lo que provocó desolación en Israel. El partido islamista, gran vencedor de las pasadas elecciones palestinas, está considerado una organización terrorista tanto por Estados Unidos como por la UE, pero no por Rusia. Ismail Haniye, líder de la lista de Hamás en los pasados comicios, aseguró que aplaude «la invitación para que nuestros líderes viajen a Moscú, pero no sólo la de Putin sino la de cualquier mandatario extranjero dispuesto a reunirse con nosotros». El anuncio del presidente ruso, efectuado en la rueda de prensa conjunta con Zapatero, cayó como un jarro de agua fría en Israel, que desde la victoria de Hamás había logrado concertar un frente internacional contra el diálogo con los islamistas. El Gobierno isarelí confiaba en que el llamado Cuarteto, del que forma parte Rusia junto a Naciones Unidas, la UE y EE.?UU., mantuviera su posición de no hablar con Hamás hasta que reconozca a Israel y renuncie a la violencia. De hecho, tras su victoria, el Cuarteto realizó una declaración exigiéndoselo. Estados Unidos reaccionó con recelo y preocupación tras la declaración de Putin. El portavoz del Departamento de Estado Sean McCormack dijo que Washington espera que Rusia respalde las demandas internacionales para que Hamás renuncie a la violencia y reconozca el derecho de Israel a existir. «Hemos pedido algunas clarificaciones a los rusos para saber cuáles son exactamente sus intenciones y sus planes», dijo. Ayer mismo Bush habló telefónicamente con Ángela Merkel y ambos coincidieron en que Hamás debe desarmarse y reconocer a Israel. En la rueda de prensa, Zapatero consideró que el papel de Putin será «determinante» e «imprescindible» para recuperar el proceso de paz entre palestinos e israelíes y en la crisis iraní. Aunque matizó que deberá actuar «dentro de la estrategia del Cuarteto». Putin y Zapatero firmaron una declaración conjunta en la que se comprometen a luchar contra el terrorismo «en el marco del respeto de la ley y de los principios del Estado de Derecho» y conforme a los derechos humanos. Putin combinó la política con las relaciones comerciales en su visita oficial de dos días a Madrid. El presidente ruso invitó a los directivos de firmas españolas a una mayor participación en el sector energético ruso y Zapatero defendió que una estrecha relación entre Europa y Rusia será clave para la estabilidad y seguridad del mundo. En la rueda de prensa en La Moncloa, Putin declaró su deseo de dar «un impulso nuevo y más pragmático» a las relaciones económicas entre los dos países y se refirió, en concreto, al sector energético. Coincidiendo con la estancia de Putin, Repsol YPF ha anunciado la apertura de una oficina en Moscú. ¿Cuál es la mejor fórmula para que a uno no le echen en cara su siniestro historial en derechos humanos? Presentarse como mediador indispensable en Oriente Próximo, la zona más peligrosa y desestabilizadora del planeta. Eso es lo que hizo ayer Vladimir Putin tras reunirse en La Moncloa con Zapatero. El pasado domingo la delegación norteamericana que participaba en la Conferencia sobre Política de Seguridad de Munich criticó duramente las violaciones de los derechos humanos en Rusia. Incluso el influyente senador John McCain llegó a pedir que se boicoteara la próxima cumbre del G-8 que se celebrará en junio en San Petersburgo. Era la culminación de una escalada de reproches de la Admistración Bush por la deriva cada vez más autoritaria de Rusia. Putin se ha permitido el lujo de firmar una declaración conjunta con Zapatero en la que ambos sostienen que la lucha antiterrorista debe respetar los derechos humanos. Algo que se da de bruces con lo que está haciendo sistemáticamente el Ejército ruso en Chechenia, como denuncian todas las organizaciones humanitarias. Ajeno a estas disquisiciones, el presidente español recalcó ayer que Putin es fundamental e imprescindible para mediar en el conflicto , sobre todo tras la victoria de los islamistas de Hamás, y en la crisis iraní. Es decir, que el sinuoso ex agente del KGB, de vocación claramente autoritaria, se ha transmutado a su paso por Madrid en un gran hombre de Estado capaz de mediar en Oriente Próximo, aunque sea al precio de romper la estrategia de EE.UU. y la UE. Una jugada maestra de un dirigente cada vez más inquietante.