«La iglesita de Peñalba, como San Pedro de la Nave, valía el viaje»
«Entera, sin menoscabos ni añadidos, sucia de cal y de siglos (...) la iglesita de Peñalba, como la de San Pedro de la Nave en Zamora, valía por sí sola el viaje». La gran novedad que Gómez-Moreno encontró en León fue el arte mozárabe, nombre que él inventó para englobar el ciclo de cultura medieval que relacionó con los mozárabes repobladores de la provincia en su huída de Córdoba en el siglo IX. Mozárabe y mudéjar son precisamente las dos etiquetas que, referidas al arte, están más admitidas internacionalmente y sin embargo son cuestionadas en España. En Peñalba, no pudo contemplar las pinturas murales que cubren sus paredes y cúpulas despojadas de la cal ahora, pero en nada le desilusionó «la perla» de las iglesias mozárabes. La iglesia de Escalada le compensó de no haber hallado tantos monumentos del siglo X como esperaba, aunque en busca de los arcos de herradura los encontró en la Arqueta de los Marfiles (siglo XI) de San Isidoro cobijando las figuras de los apóstoles. No pudo resistirse a visitar las iglesias de San Cebrián de Mazote y San Román de Hornija en Valladolid. En una biografía publicada por Elena Gómez-Moreno se cuenta: «Se le hace pesado el camino amenizado por los tentadores viñedos, y por hurtar uvas pierde la sombrilla, pero todo sea por el mozárabe».
