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La provincia produce anualmente 17,4 millones de toneladas de gases efecto invernadero, el 52% del total de Castilla y León

Los bosques leoneses tardan una década en absorber las emisiones de un solo año

Las térmicas emiten el 81% del total, seguidas de las industrias cementeras

León

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El transporte consume un 30% de la energía y emite buena parte de los gases efecto invernadero con un incremento constante; aunque este sector no está contabilizado como contaminante en el programa de asignación de emisiones Los bosques de la provincia de León tardan casi una década en absorber las emisiones de gases de efecto invernadero que las industrias locales (sólo aquellas incluidas en el Plan Nacional de Asignaciones, que suponen únicamente una parte del total contaminante) lanzan a la atmósfera en un solo año de actividad. Y eso a pesar de que la provincia ha incrementado notablemente en las últimas décadas las especies que se consideran más apropiadas para ejercer el papel de «sumidero de carbono» contemplado en el Protocolo de Kioto. Las actividades económicas que se incluyen en los programas para reducir la contaminación que produce el calentamiento de la Tierra en la provincia emiten anualmente 17,4 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, lo que supone un 52% del total de Castilla y León. Y es que en suelo leonés se instalan la mayor parte de las actividades que se han considerado especialmente contaminantes: las térmicas de carbón y las cementeras. Sólo las primeras suponen más del 81% del total de las emisiones de la provincia. Según un informe titulado Aplicación del Protocolo de Kioto para Castilla y León , editado por el Consejo Económico y Social autonómico y realizado por un equipo de investigadores dirigido por José Luis González García, León es la tercera provincia de la comunidad con mayor cantidad de biomasa en sus bosques, detrás de Burgos y Valladolid. Sin embargo, fue en León donde se incrementó en mayor medida el dióxido de carbono (CO 2 ) almacenado en sus bosques, en total 22,6 millones de toneladas entre 1992 y el 2002, lejos de los 16,8 millones de toneladas de Burgos y de los 14,5 millones de Valladolid. En el conjunto de la comunidad la década se saldó con 88,6 millones de toneladas «secuestrados» por las biomasas forestales. Los datos del estudio concluyen que la biomasa principal de la provincia en el 2002 era de 26,5 metros cúbicos, y las toneladas de CO 2 almacenadas en 1992 eran 12,4 millones; que pasaron a más de 35 millones una década después. El CO 2 es el más importante de los seis gases tipificados como causantes del efecto invernadero por el Protocolo de Kioto, y supone más de la mitad del total de emisiones de este tipo en el planeta. Su persistencia en la atmósfera supera los cien años, y sobre él se centran buena parte de los objetivos de la lucha contra el calentamiento de la tierra. La reducción de gases se puede realizar controlando las emisiones, pero también mediante la absorción por parte de los denominados «sumideros» de este tipo de gases. Son sumideros los suelos, los bosques y los océanos, aunque estos últimos son imposibles de calcular y controlar. Por eso Kioto considera sumideros el uso de la tierra y la silvicultura, que pueden aliviar las restricciones que se imponen a las empresas.